De él se desprenden el resto de pasiones, sublimes y bajas que representan sus intérpretes. Pero ¿qué pasa en la noche después de que termina la ópera y los protagonistas quedan felices?
Estas son tres obras en las que compositores clásicos rompen el límite de la felicidad y llegan directo al sexo.
Wagner y su Bacanal en el Monte de Venus
Bacanal en el Monte de Venus
El Monte de Venus en este caso no se refiere a la zona del cuerpo femenino, sino a un lugar específico en la ópera Tannhäuser (se lee Tannjoiser) de Wagner. Allí habita la diosa Venus. Al comienzo de la ópera suena este fragmento que describe una gran bacanal de sexo desenfrenado en la que participan Ninfas, Sátiros y demás criaturas mitológicas que acompañan a la diosa. Ella, algo voyerista, contempla la escena al lado de su amante. Ahora, esto en el escenario se representa como un ballet… pero bacanal es bacanal.
Shostakovich, el sexo musical explícito
Lady Macbeth y su noche de pasión prohibida
Esta obra no tiene que ver nada con Shakespeare. La ópera Lady Macbeth de Mtsensk casi le cuesta el pescuezo al compositor por escenas de sexo, entre otras, como la presentada en este fragmento. Allí Lady Macbeth, su protagonista, es una mujer sumida en el tedio de estar casada con un próspero hombre de negocios que no la toca y un suegro que la desea y la vigila intensamente. La señora sale de su tedio con un empleado de la casa de campo donde vive y consuma su unión en una noche de pasión que la música hace explícita hasta el final del acto.
Schnittke y cómo es vivir con un idiota
La vida con un idiota
Esta ópera se estrenó en 1992 y, por supuesto, las convenciones que tienen que ver con la forma de representar al sexo en la escena han cambiado respecto a la obra de Wagner y Shostakovich. Aquí es más explícito y desconcertante. Una pareja conformada por un escritor y su esposa adoptan a un demente, a un idiota. Ese personaje, al no poder ser consciente de su conducta, tiene relaciones sexuales con la mujer y con el escritor. El demente termina llevando la situación a tal extremo que asesina a la mujer y escapa. Al contemplar la escena, el escritor queda convertido en otro idiota camino al manicomio.