Son muchas las líneas que se han escrito alrededor de Gabriel García Márquez, su obra y su corriente literaria denominada “realismo mágico”. Sin embargo, es poco lo que se ha dicho acerca de su llegada al Nobel, con tan poca producción literaria para ese momento. La mayoría de los galardonados reciben esta distinción casi que al final de su carrera, teniendo en cuenta la globalidad de su obra. Gabo, como suele llamársele, rompió esa tradición imponiendo la posibilidad de ganar luego de escribir una obra maestra, como lo terminó siendo Cien años de soledad.
Gabriel García Márquez
Aun a siete años de su desaparición, sigue siendo el escritor más célebre de América Latina y el mayor exponente del “realismo mágico”. Sin lugar a dudas, es el único escritor de la segunda mitad del siglo XX que ha cosechado verdadero favoritismo unánime entre la crítica. Su novela Cien años de soledad, publicada por primera vez en 1967, apareció en el vértice de la transición entre la novela Moderna y la Posmoderna, y quizás sea la única publicada después de la década del cincuenta que haya encontrado tal número de lectores en prácticamente todos los países y culturas del mundo. De ahí que, como lo afirma su biógrafo Gerald Martin, no sea excesivo considerarla la primera novela verdaderamente “global”.
El tránsito hacia la escritura de esta obra maestra de la literatura hispanoamericana y su consecuente premio Nobel, no fue tarea fácil para García Márquez. Muy pocos escritores famosos proceden de lugares tan apartados y con tantas carencias como lo fue y sigue siendo Aracataca. Un pueblo de menos de cuarenta mil habitantes con problemas de agua, analfabetismo y calles sin pavimentar.
Gabo pasó de vivir con las carencias propias de un municipio en medio de la nada a ser uno de los hombres más adinerados y aclamados de su época. Luego de abandonar la carrera de Derecho en Bogotá e incursionar en el periodismo, sus escritos literarios eran pocos y no habían alcanzado un mayor reconocimiento. El coronel no tiene quien le escriba (1961) lo redactó en medio de las carencias propias de un latinoamericano desempleado viviendo en París.
No obstante, parece ser que García Márquez tenía muy claro su rumbo literario. Rápidamente zanjó amistad con los más reconocidos escritores de su época, como lo podemos ver en esta conversación con el poeta chileno Pablo Neruda, quien ganó el Premio Nobel once años antes que el colombiano.
(1992). 12 horas con Gabo, 20 años del Nobel. [Serie documental]. Colombia: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-007876 CLIP 1
En esta charla, podemos notar cómo Gabo prontamente se percató del uso de la poesía para sus novelas, en especial para sus inicios, con el propósito de crear “ganchos” narrativos que atrajeran la atención de sus lectores. Pero no solo eso, sino también cómo antes de la década del ochenta ya tenía claro que era un potencial ganador del Premio Nobel.
Su biógrafo Gerald Martin ha relatado la extraña relación con Mercedes Barcha, pues a pesar de que la conoció cuando ella aún era una adolescente, dejó de verla por muchos años y luego de manera misteriosa para sus amigos, viajó de Venezuela a la Costa para casarse con ella. En el avión de retorno a Caracas, ya como una pareja de recién casados, García Márquez le confesó a Mercedes sus planes futuros, los cuales incluían la escritura de una obra maestra que lo hiciera merecedor del Premio Nobel.
El inicio de “La casa”, como por muchos años denominó Gabo a esta futura novela, llegó según él mismo lo cuenta en un viaje hacia Acapulco con su familia. García Márquez conducía su Opel blanco, cuando “de la nada” apareció en su mente la primera frase de la novela: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Inmediatamente dio media vuelta para retornar a Ciudad de México y canceló perentoriamente las vacaciones familiares.
Aunque el relato parece más propio de su realismo mágico, Gabo diría que al día siguiente de llegar a casa se sentó ante la máquina de escribir y no se volvió a levantar sino al cabo de dieciocho meses. Mercedes y él previamente hablaron con el casero y prometieron pagarle el arriendo al concluir la novela. García Márquez desconocía cómo hacía Mercedes para llevarle cada día un plato de comida caliente, en medio de las necesidades de un esposo proveedor sentado frente a su máquina sin devengar salario alguno.
Al concluir la novena, fueron juntos a la oficina de correos para mandar a Buenos Aires el manuscrito terminado. Luego de que el funcionario de la estafeta les diera el precio del envío, decidieron mandar solo la mitad del libro. García Márquez hizo que el funcionario fuera quitando hojas hasta contar con el peso ajustado al dinero dentro de su bolsillo. Volvieron a casa, empeñaron la estufa, el secador y la licuadora y regresaron a la oficina de correos a enviar el bloque restante.
La mayor satisfacción llegaría quince años después de la publicación de la novela, cuando en una madrugada de México la Academia Sueca le informaba que había sido reconocido con el Premio Nobel de Literatura. El 8 de diciembre de 1982 se llevó a cabo la ceremonia, celebrada en la Sala de Conciertos de Estocolmo. Aunque ese mismo día también se entregaron los galardones de Medicina, Física, Química y Economía, la gala fue principalmente caribeña, destacando el folclor colombiano. Inravisión realizó un importante cubrimiento del evento internacional, con la conducción de Bernardo Hoyos. Aunque la transmisión sufrió reveses y problemas de sonido, la cadena venezolana aliada garantizó que los colombianos pudieran vivir minuto a minuto lo que sucedía en Estocolmo.
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(1982). [Gabriel García Márquez: Nobel] [Pregrabados (Rushes)]. Colombia: Inravisión. Archivo Señal Memoria, UMT-201524 CLIP 1.
Luego del premio, García Márquez pudo vivir en la abundancia, con siete residencias en cinco países distintos. De ahí en adelante pudo publicar sus artículos sin problemas en casi cualquier periódico del mundo y pudo elegir la editorial de su preferencia para imprimir sus siguientes cuentos y novelas, convirtiéndose El amor de los tiempos del cólera (1985) en su favorita.
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Por supuesto no faltaron los críticos que le cuestionaron no haber retornado a vivir en Colombia, pero tal como le ocurre a Fernando Vallejo o a muchos otros autores; el escribir en otro lugar nunca lo apartó del país y en especial del Caribe. Así lo dejó ver en una entrevista concedida al canal regional.
Telecaribe (Productor) (1982). [Especial sobre Gabriel García Márquez con entrevista al autor] [Imágenes huérfanas]. Colombia: Telecaribe. Archivo Señal Memoria, UMT-216420 CLIP 2.
Al final de su vida, Gabo había perdido su posesión más preciada: la memoria. Esa que le había permitido recrear la realidad de América Latina, la de Colombia y en particular la del Caribe, a través de la creación de un pueblo imaginario llamado Macondo. Un lugar donde era posible que una mujer fuera arrebatada por los cielos ante su inminente belleza o a un hombre lo persiguieran hasta el día de su muerte mariposas amarillas.
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Autora: Viviana Arce