Por: José Perilla
El 6 de enero de 1995 se realizó la emisión inaugural de “99.1 Frecuencia Joven de la Radiodifusora Nacional de Colombia”. El surgimiento de esta emisora ejemplifica el cambio que tuvo la concepción de Colombia como nación, desde ese momento abiertamente multicultural. La respuesta de los medios oficiales fue crear una frecuencia específica para uno de los grupos de la población más difíciles de clasificar y definir: la juventud.
Desde su origen en 1940, la Radio Nacional de Colombia tuvo el ideal de irradiar cultura en pro de la educación de los colombianos. De esa forma se encausó por los senderos de la “alta cultura”, objetivo de los intelectuales que estuvieron al frente de la emisora. Pero hubo dos problemas. El primero: si uno revisa los Boletines de Programación se da cuenta que desde muy temprano, los años 50, empiezan a publicarse notas que hacen referencia a reformas de la programación que pretendían acercarse a la audiencia, captar más oyentes. Así también en los años 60, cuando se llegó a proponer una parrilla de programación por referéndum (abril, 1961).
A la disyuntiva entre los ideales de “alta cultura” y el gusto contrario de la audiencia se sumó el segundo problema: la falta de presupuesto que, por ejemplo, en enero de 1963 produjo una de las suspensiones del Boletín de Programas. Solo hasta septiembre del 64 volvió a publicarse, con calidad muy inferior, y se suspendió de nuevo en el 66. Cuando volvió en 1969, con él volvieron los rastros que tenemos del primer problema, las audiencias: allí están los editoriales donde se explican de nuevo los ideales de la programación que, hasta ese momento, en realidad no había cambiado mucho. Siempre estuvo con un porcentaje mayoritario de música clásica. La música popular colombiana se enfocó sobre todo en la música andina, a lo que se sumó la música “brillante”, música “del mundo” y el jazz.
En la década de 1970 ya estaban consolidados y se desarrollaron los dos cánones principales en la programación de la emisora: “alta cultura” y folclor. Así se recibieron los años 80 y cuando se retomó el Boletín (Tercera época), luego de haberse suspendido desde 1971, su primer editorial se dedicó de nuevo a la reivindicación de la tarea cultural de la emisora, anclada en los cánones mencionados. Pero una nota en la página final del Boletín de mayo de 1987 es algo aún más inquietante: “Nueva programación juvenil en la Radio Nacional”.
Se trata del anuncio del programa “Escalada, el tiempo para la juventud”, media hora los domingos a las 6 pm: artes, ciencias, salud, recreación, medios de comunicación, actualidad histórica internacional y vivencias cotidianas. Los objetivos: “aportar conocimientos de interés a un público no especializado… estimular en los jóvenes el deseo por aprender más y por la investigación”.
Los ideales de educación y cultura no se expresan allí de forma muy distinta a cómo había sucedido desde 1940: el arte, la recreación, la importancia de la ubicación histórica y la educación. Pero lo que puede leerse entre líneas es que la concepción unitaria de nación, representada en los cánones de programación de la emisora (AM y FM) empezaba a salirse de las manos. Los intelectuales de los años 40 y 50 tuvieron un relativo control de una programación anclada en sus ideales, a lo que se sumó el folclor. Pero la diversidad colombiana que se hizo más visible en los años 70 y 80, no solo cuestionó la noción de “cultura” sino que hizo evidente la diversidad de oyentes que, por su naturaleza, tenía que atender la Radio Nacional.
Tarea nada fácil. Y la situación se hizo aún más compleja en los años 90. Era la década del futuro, según lo anunciaba César Gaviria en su eslogan de campaña presidencial. Ciertamente fue una década llena de novedades en la que la capital colombiana atendió las orientaciones zanahorias de Antanas Mockus, y el establecimiento de dos importantes festivales en 1995: Rock y Jazz al Parque. Esto no era “alta cultura”, tampoco “folclor”. Era el desarrollo de una nueva identidad en el ámbito institucional de la ciudad[1].
Ante la imposibilidad de atenderlo todo, surgió entonces en enero de 1995, “99.1 Frecuencia Joven de la Radiodifusora Nacional de Colombia”. Una decisión que mostró su efectividad con la buena aceptación que logró en el paso de pocos meses. En cuanto a la naturaleza de la emisora, nuevamente los Boletines de Programación tienen mucho para contar. Sylvia Motta, primera directora de la emisora, publicó en febrero de 1998 su texto “99.1 FM. Bogotá – Una alternativa para la sensibilidad”. Los objetivos:
“Uno de los elementos fundamentales de la programación de 99.1 FM es su constante información sobre aspectos históricos y noticiosos…”
“Están sus programas especiales, que siempre buscan y exploran los valores histórico-musicales del género del cual tratan...”
“Crear en sus oyentes un criterio que los ayude a comprender y a disfrutar mejor estos géneros…”
Nuevamente allí encontramos en alto la bandera de los ideales de la Radiodifusora. Allí está la importancia de la ubicación histórica, el entretenimiento noticioso y la educación. “Con la intención de llegar a un público joven y de presentarle opciones musicales diferentes, la emisora 99.1 FM, conocida también como ‘la frecuencia joven’, ha desarrollado un concepto de programación que afirma los valores musicales de estos géneros”[2]. Los géneros, la nueva “cultura”: jazz, reggae, salsa, rap, música étnica, blues y rock (sobre todo rock).
El Zut - Tómala suave - Rock al parque 1995 - 99.1
A la distancia histórica no sorprende (aunque en su momento lo hizo y de forma muy grata) la retransmisión del primer Festival Rock al Parque en 1995 por el espacio “Cuatro canales” de 99.1. A su vez, el evento fue plataforma para el reconocimiento de la emisora y una de las intervenciones que quedaron registradas habla por sí sola en relación con el papel y la recepción que tuvo “la frecuencia joven”.
La giganta - Tema punk - Rock al parque 1995 - 99.1
Allí está la respuesta al primero de los problemas: las audiencias. Pero el segundo, los presupuestos y lo que ello representa no fue tan sencillo. En los Boletines de 1998 y 1999 son varias las quejas por escrito de Athala Morris, directora de la Radiodifusora Nacional hasta 2001. Aunque en febrero del 98 anuncia con optimismo que “la emisora joven iniciará su ampliación a otras ciudades, en respuesta a la gran aceptación que los oyentes han brindado a su excelente programación”, allí mismo declara, en relación con la Radiodifusora en general: “Es prioritaria la adquisición de nuevos y modernos equipos que nos permitan ampliar y mejorar la calidad de la señal en todo el territorio nacional, como también la tecnificación de nuestros másteres de emisión, de los estudios de producción y grabación, de la fonoteca y de la cintoteca de la radio”[3]
Editorial, marzo 1998: “debo insistir en un apoyo económico más eficaz para poder llevar a la Radiodifusora Nacional de Colombia a ocupar el sitial que merece…”. En el editorial de abril Athala Morris celebra una partida presupuestal favorable pero el editorial de agosto de 1998 es lapidario. Como “invitado especial” se retoma el Boletín de agosto de 1965 y se afirma: “Notas de agosto, artículo escrito hace más de tres décadas, plantea una situación económica que en nada varía de la actual. En la Radio, con tristeza reconocemos que ¡los tiempos no han cambiado!”
El 2 de septiembre de 2001, el diario El Tiempo publicó la nota titulada “Llegó la Frecuencia Joven”. Se trata allí sobre el nombramiento de Sylvia Motta como directora de la Radiodifusora y la salida de Athala Morris. Se habla con admiración de 99.1 y con la respuesta de Motta volvemos sobre el problema 1, la audiencia: “¿Qué lección le dejó la dirección de 99.1? Mi experiencia con 99.1 es que si se trabaja duro para un público específico, finalmente se logra una conexión con la audiencia. Entonces, teniendo la fortuna de tener tres sistemas distintos, se pueden especializar para capturar todo tipo de audiencias”
Sylvia Motta lo pone muy claro. La gran ventaja de 99.1 fue, a su vez, la gran dificultad de la Radiodifusora Nacional: “público específico – conexión con la audiencia”.
La misma nota de El Tiempo tiene una sección titulada “En el olvido”. Allí están las palabras de Athala Morris con nuestro segundo problema, que tuvo que afrontar Motta en su administración:
“La situación de la Radiodifusora no es de ahora. Siempre ha estado mal. El Estado nunca le ha dado a su radio la importancia que merece y es tradicional su preferencia por la televisión. La Radiodifusora no tiene ni siquiera presupuesto propio, vive de lo que buenamente le da Inravisión. Infortunadamente, la Radio Nacional no cuenta con el apoyo de nadie. Lo único importante es su gente. Su grupo humano hace milagros con equipos muy viejos. En el Museo de la Radio de Washington tienen equipos más nuevos. En este momento la Radiodifusora está fuera del aire en por lo menos 60 por ciento de Colombia”.
Programas destacados:
El reino clandestino (Hip-hop) - Los magos del swing - Hojas de jazz - Blues 99.1 - El séptimo blues - El expreso del soul - El final de los tiempos (rock “pesado”) - 99.1 clásicos - Reggae 99.1 - Autopista sur (expresiones latinas del rock) - Alerta roja (sonidos discotequeros) - El túnel del ritmo (salsa, son, música caribeña) - Cuatro canales (“exposición incondicional de las mejores manifestaciones del rock colombiano”).
Espacios “abiertos” – participación de oyentes:
La radiocicleta (Proyecto Enlace y Upic) - Radio Extra
Algunos colaboradores:
Eduardo Arias (Eduardo Arias presenta, Grandes Artistas)
Luis Alfonso Barrera (El final de los tiempos)
Daniel Casas (99.1 clásico; Estrés-no; La hora del trancón; Facetas; 99 70’s 1)
Jenny Cifuentes (Blues 99.1)
Elkin Córdoba (El reino clandestino)
Andrés Durán (Blues 99.1; Estrés-no)
Juan Carlos Garay (Música: pasado, presente y porvenir; Música alterna)
Álvaro González Villamarín (Autopista sur)
Ilse de Greiff (Choque y fusión)
Manuel Hernández (Cambaleche)
Camilo Jaramillo (Radio extra; Lado B)
Héctor Mora (Cuatro canales)
Sylvia Motta (99 70’s 1)
Gabriel Odín (Alerta roja)
Ángel Perea Escobar (El expreso del soul)
Juan Pablo Restrepo (Autopista sur)
Sandro Romero (Rocktámbulos)
Mauricio Tamayo (Europa en las rocas)
Juan Totaklián (Cambaleche)
Willi Vergara (Reggae 99.1, Música del mundo 99.1)
Juan Pablo Restrepo (El séptimo blues)
Mauricio Vásquez (Choque y fusión)
Mónica Vélez (Música del mundo; Solo en vivo)
Luis Ramón Viñas (Los magos del swing; El túnel del ritmo; Hojas de jazz; Jazz latino 99.1)
[1] La concepción de Jazz al Parque se cuenta en el texto “Bellas historias de un noviembre, un mayo y doce septiembres en la honorable ciudad de Bogotá”, Jazz al Parque: 15 años de jam, Bogotá: Orquesta Filarmónica, 2010 http://issuu.com/filarmonicabogota/docs/jazz_al_parque (Consulta, mayo de 2015)
[2] Sylvia Motta, “99.1 FM. Bogotá – Una alternativa para la sensibilidad”, Boletín de programación Radiodifusora Nacional de Colombia, No.1, Inravisión, 1998, p.26
[3] Athala Morris, “Bienvenidos al Boletín” Boletín de programación Radiodifusora Nacional de Colombia, No.1, Inravisión, 1998, p.