Se trata de dos dramas de amor: el de Ana y Arturo y María Helena y Miguel. Cuatro personas que se conocen en un seminario de radioteatro celebrado en Bogotá y quedan flechadas. Aciatea la intriga el hecho de que tienen que separarse al terminar el seminario, cinco día intensos que acaban de repente y dejan en cada uno un sinsabor y una provocación. Cada uno debe regresar a su respectivo país o quedarse solo, con la añoranza, en el propio. Separados por la distancia, se unen por la web y el teléfono. Y sus conversaciones y encuentros virtuales son ardientes. Un flirteo, un coqueteo, un constante insinuarse, una tensa diversión que, a punto de ascender a mayores temperaturas, se frustra por culpa del agua. El agua es el antagonista de esta historia, el agua es el rival contra el que tiene que competir Arturo para ganar el corazón acuático de Ana, un elemento abstracto, sin rostro y con una gran capacidad de confundir y seducir que malogra los sueños y deseos de Ana. Ella, en varios sentidos, está desvelada. Esa misma agua, exacerbada por el cambio climático, que desata una crisis invernal en medio mundo, separa a María Helena y a Miguel. Por más dispuestos que estén a salvar distancias por tierra y aire para encontrarse, no pueden, porque los aguaceros inutilizan las rutas aéreas y terrestres. El trafico aéreo y terrestre colapsa. En medio de este invierno que aterra a Ana, amante inusual del agua, desespera a Arturo, novio despechado, y genera unas locas alas de viajeros en Miguel y María Helena, se encuentra Victoria, la adivina, que lee el tarot, cuentos y documentos científicos para descifrar la confusión de Ana. En sus sesiones de adivinación, descubre que los cuatro personajes de esta historia, y también ella, están bajo la influencia del agua. Esa será una de las claves para derribar las barreras que les ha impuesto el agua, cuya influencia los conduce a un humedal de Bogotá, una noche de invierno. En ese paraje nocturno compenetrado con el agua, Arturo comprenderá que el agua no es su rival. Y la historia quizás tendrá un final feliz. Aunque provisional.
Muy pronto, Agua que no has de temer: una, mejor dicho, dos historias de amor.