El 12 de julio de 1944 Alfonso López Pumarejo pronunció un discurso triunfal, tras salir avante en el intento de golpe que hubo en contra de su segundo gobierno. Todo sucedió entre el 10 y el 11 de julio. Frente a la sublevación dirigida por el coronel Diógenes Gil (quien privó de la libertad a López Pumarejo en Pasto, Nariño), asumió la presidencia temporalmente Darío Echandía, se alinearon las fuerzas militares, la iglesia, las instituciones del Estado y terminó sofocada la revuelta.
“Ha correspondido al ejército, como lo quería el gobierno, restaurar la normalidad y restaurar con toda la energía y la rapidez que eran necesarias, el grave perjuicio causado a la nación por los dirigentes de un golpe de fuerza”.
“El ejército nacional sale engrandecido de esta emergencia que, si otro hubiera sido su desenlace, habría echado sobre él una mancha eterna”.
“La Nación, que respondió unánimemente en un acto de rechazo a los propósitos de los rebeldes, demuestra así su plena madurez política que jamás en este siglo y después de la dictadura de Reyes, había sido probada de una manera tan dura”.
“Solo hay, para su propia vergüenza, excepciones en aquellos miembros indignos de la fuerzas armadas que se comprometieron en esta aventura”.
“La actitud de la Corte Suprema de Justicia, que horas después de conocerse el atentado, sin una sola vacilación, reprobó el intento de romper el orden constitucional y que al reconocer al gobierno provisional legítimo del primer designado y ofrecerle su apoyo, se señaló como el intérprete de la conciencia tradicional de Colombia”.
“La actitud del Excelentísimo señor Arzobispo Primado de Colombia quien, en representación de la iglesia colombiana, condenó el movimiento revolucionario y recomendó a sus fieles el reconocimiento de la autoridad legítima”.
“Quiero pedir a todos mis compatriotas que aprovechen esta tremenda lección que les da la experiencia, para que vean cómo en la democracia no hay palabra vana ni gesto subversivo sin importancia ni debilidad que no cosechen, a la larga, los frutos siniestros del desorden cuando no se entiende la libertad sino como el derecho universal para amar y profesar la anarquía”.
Este discurso se incluyó en el programa De viva voz de la Radiodifusora Nacional de Colombia. Fue el capítulo emitido el 31 de enero de 1986, en conmemoración por el centenario del nacimiento de Alfonso López Pumarejo. Este documento se conserva en la Fonoteca de Señal Memoria.
José Perilla.
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