Bela Bartok interpreta su propia música en este vinilo de la fonoteca de Señal Memoria
Si usted considera que haber estado dos horas con los brazos arriba grabando el concierto de los Rolling Stones fue lo máximo y que fue lo último en guarachas verlo en youtube, con otros 20 mil, pues no. El húngaro Bela Bartok, con un fonógrafo 30 veces más pesado hace un siglo hizo más encumbrándose en los montes de Europa oriental. Él es el hombre cuya obra debería conocer… y si ya la conoce tomar sus consejos al pie de la letra… pues, por aquello de conservar la memoria de los momentos inmortales. ¿Por qué? Tres aspectos:
Primero. Bartok partió a comienzos del siglo XX a las partes más recónditas de Hungría con un fonógrafo al hombro y grabó concienzudamente las expresiones más desconocidas de esos pueblos, muchos de ellos inaccesibles.
Segundo. A partir de estos estudios, el compositor descubrió la existencia de antiquísimos cantos que sólo podían encontrarse en la memoria de algunos campesinos húngaros. Cuando Bartok ya había agotado sus estudios con el folklore de su país, decidió abordar otras zonas, con lo que llegó incluso al norte de África.
Tercero. Bartok partió de la música nacional de su país y del lenguaje cíngaro o gitano para llegar a una idealización de la música popular y con la que tuvo elementos para componer obras tan inmortales como El Mandarín Maravilloso o el Príncipe de madera, dos de sus grandes hits.
Y un elemento adicional y que además contribuye a la idea de la paz: con el desarrollo de la ciencia etnomusicológica se había comprobado que los pueblos diferentes, que incluso eran enemigos a nivel político, podían tener grandes afinidades en cuanto al origen de su música popular.
En la franja musical de la Radio Nacional de Colombia, todos los lunes de 9:00 PM a 12:00 AM escucharemos la obra de este compositor interpretada al piano por él mismo en un disco que reposa en los estantes de la Fonoteca de Señal Memoria.
