El 20 de agosto de 1882 se estrenó en Moscú una de las obras más populares de la música clásica. No se caracterizó por su “bello y sublime” sonido, sino por el uso de cañones y campanas para denotar su jubiloso final.
Tchaikovsky - Obertura 1812 – Antal Dorati
Tchaikovsky - Obertura 1812 – Antal Dorati
Del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky, esta obra fue creada para conmemorar la resistencia rusa a las tropas napoleónicas en 1812. Cañones y campanas acompañados de himnos patrióticos celebran la rotunda derrota de los franceses. Los cañones de esta versión son del mismo tipo que los utilizados por el ejército patriota y español en la batalla de Boyacá, un cañón Douay francés de 1775.
Desde su estreno, ha sido “caballito de batalla” de celebraciones, películas, caricaturas y demás conmemoraciones que tienen como fin conmemorar victorias militares, así la música que contenga este enraizada en lo más profundo del alma rusa. Una obra que a pesar de su gran popularidad el mismo compositor la consideró «muy fuerte y ruidosa, pero carente de mérito artístico, porque la escribí sin calidez ni cariño».
Ludwig van Beethoven
Beethoven – La Victoria de Wellington - Herbert von Karajan
Esta otra obra con cañones y mosquetes nos relata en música cómo se desarrolló la Batalla de Vitoria entre ingleses y españoles contra los invasores franceses en España. La fecha es 21 de junio de 1813. Son cuatro minutos y veinte de puro plomo. Como el comienzo del Soldado Ryan pero en versión clásica. En el audio, la caballería inglesa carga contra el enemigo y resuelve la batalla.
Cada disparo de mosquete y cañón de la plomacera está estipulada en la partitura. Y suenan himnos patrióticos de Francia e Inglaterra como el famoso “Mambrú se fue a la guerra”.