Los pasajes comerciales, antecesores de los centros comerciales, comenzaron a construirse en Bogotá a finales del siglo XIX. Algunos de los más populares fueron el Pasaje Hernández, enfocado en bienes importados y de lujo, y el Pasaje Rivas, que adquirió la fama de punto de venta de artesanías y manufacturas populares. A partir de la década de 1950 abrieron sus puertas los almacenes de cadena y las tiendas de departamento como Tía, ONLY y SEARS. Pero no fue sino en 1976 cuando fue inaugurado el primer centro comercial moderno: Unicentro. A partir de entonces, proliferaron los centros comerciales con todo tipo de productos a la venta y dotados con las mayores comodidades para el consumidor.
El inicio del siglo XX recibió a Bogotá con propuestas modernas en lo urbano, lo social y lo comercial. Una de ellas fueron los pasajes comerciales, antecesores de los centros comerciales que hoy en día visitamos para comprar, pasear y disfrutar.
Los pasajes comerciales
Son lugares que concentran locales comerciales en un espacio, usualmente un callejón que conectaba una calle o carrera con el interior de la manzana. La nueva organización urbanística que venía adquiriendo la ciudad y que permitió la formación de callejones al interior de las manzanas, propiciaba espacios comerciales que reunían ventas de manufacturas nacionales e importadas.
El aumento del comercio y el mercado de importaciones trajo la transformación de los espacios comerciales de Bogotá. Las tradicionales plazas al aire libre, lugar de mercados semanales, y pequeños almacenes fueron parcialmente reemplazados por edificios dedicados al comercio, como el edificio del mercado (inaugurado en 1864), edificios comerciales como el Bazar Veracruz (reformado en 1899) y los pasajes comerciales.
Las galerías parisinas, con sus arcadas y estrechos pasillos, fueron la inspiración de estos pasajes comerciales que servían de punto de comercio y encuentro. En los más prestigiosos, como los pasajes Rivas y Hernández, era común la visita de familias y habitantes que recorrían sus pasillos en busca de artesanías, manufacturas y, en algunos casos, artículos de lujo.
El Pasaje Hernández
Fue inaugurado en 1893. Ubicado en la actual carrera octava (antaño conocida como carrera Florián) con calle doce, es el asiento de 34 locales distribuidos en dos pisos. Su construcción estuvo a cargo de Marco A. Dávila y Salomón Guht.
Originalmente el Pasaje Hernández alojaba almacenes de selectos productos como cigarrillos, licores y ropa importada, así como oficinas de médicos y abogados. Un cuarto de siglo después de su construcción, en 1918, a la galería se sumaron, en la misma cuadra, edificios lujosos como el Hernández y el Quintana, en los cuales hubo consultorios y oficinas bancarias. El pasaje, entonces, fue un centro de modernización y estatus de la zona.
El pasaje aún opera pero sus negocios son distintos. Locales con productos más cotidianos y menos lujosos hacen parte de su paisaje. La serie documental Mirar a una ciudad: Bogotá 450 años, producida por Audiovisuales en 1992, permite conocer un poco más de este lugar en los años noventa y lo reconoce como parte del patrimonio y la historia de la capital.
Laguado, H. (realizador). (1992). Mirar a una ciudad: Bogotá 450 años - Teja y ladrillo. [Serie documental]. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, C1P-242937
En 1993 fue declarado Patrimonio Nacional y en el año 2000 el inmueble fue intervenido para su restauración.
El Pasaje Rivas
Similar al Hernandez, el Pasaje Rivas fue propuesto como un centro de comercio destinado a bienes de lujo y de cierto prestigio. Ubicado en la calle décima con carrera décima, fue propuesto por el filántropo Luis G. Rivas.
A pesar de su objetivo original, su ubicación cercana a las plazas tradicionales de mercado hizo del Pasaje Rivas un lugar de venta de productos más populares como cestas, objetos en arcilla, juguetes de madera y tejidos. Esta característica continúa en la actualidad, por lo que sigue siendo posible conseguir allí artesanías y objetos tradicionales. El programa La cultura viva, dirigido por Vicente Silva, nos ofrece un vistazo al Pasaje Rivas en 2005:
Silva, V. (director). (2005). La cultura viva. [Serie documental]. Colombia: Unión Temporal TV y RTVC. Archivo Señal Memoria, BTCX30 006460
Otros pasajes más pequeños a finales del siglo XIX e inicios del XX, fueron el Pasaje Gómez, el Pasaje Rufino Cuervo y el Pasaje Navas Azuero. Los pasajes comerciales, entonces, hicieron parte de la transformación de la ciudad al término del siglo XIX: su paisaje y costumbres resultaron influenciados por las nuevas modas que provenían de París.
Del pasaje al centro comercial
Los pasajes comerciales fueron pioneros de una forma más moderna de espacios comerciales: las tiendas por departamento y los centros comerciales. Almacenes como ONLY y Tía fueron algunas de las primeras propuestas de tiendas que buscaron centralizar una mayor variedad de productos al menor precio, gracias al alto volumen de mercancía. ONLY, fundado en 1954 por José Rodríguez, sigue siendo un referente en la ciudad.
Te puede interesar: Almacenes ONLY, tradición e imagen
Posteriormente fue inaugurado el almacén SEARS en la calle 53 con carrera 30, en el actual sector de Galerías. SEARS fue el primer almacén por departamentos, un modelo proveniente de Estados Unidos.
Pero Bogotá tuvo que esperar hasta 1976 para que el primer centro comercial moderno fuera inaugurado. Planeado y construido a partir de 1974 por Pedro Gómez y Compañía S.A., Unicentro impactó la vida capitalina. Este modelo de conglomerado comercial supuso nuevos beneficios para los consumidores, que contaron con parqueaderos, múltiples negocios en un mismo lugar y, eventualmente, diferentes actividades de recreación y entretenimiento como salas de cine, parques y espacios comunes.
Bernal, C. (directora). (1992). Dejémonos de vainas. [Serie] [Cap., El próximo lunes]. Colombia: Producciones Coestrellas. Archivo Señal Memoria, BTCX60-061698 CLIP 2
Durante los años ochenta y noventa la ciudad siguió viendo la apertura de centros comerciales como Metrópolis (1983) y Bulevar Niza (1988), con los cuales se amplió la diversidad de artículos a disposición de los potenciales compradores. En 1994, por ejemplo, fue inaugurado el Centro Comercial Caravana, en la calle 12 con carrera novena, un establecimiento enfocado en la venta de productos esotéricos como inciensos, amuletos, figuras religiosas y medicamentos naturales.
Autora: Elsa Garzón