El Día del Periodista y Comunicador, cada 4 de agosto, se celebra en honor a la figura de Antonio Nariño, que ese día de 1794 publicó la primera traducción de los Derechos del Hombre y de Ciudadano. Desde entonces el periodismo y más tarde la comunicación son oficios que se han ejercido compartiendo muchos aspectos y asumiendo no pocos desafíos. Señal Memoria rescata algunos testimonios de periodistas y comunicadores que son ejemplo para las generaciones de profesionales que entran año tras año a trabajar en los medios.
En un país como Colombia, donde las complejas condiciones de orden público, la agitada vida política y la vulnerabilidad de muchas instituciones oficiales y privadas son el pan de cada día, las tareas propias del periodismo y la comunicación se constituyen en un asunto que debe ocupar un lugar central en los intereses de la sociedad.
Al fin y al cabo, hay una correlación directa entre democracia y libertad de expresión: cuanto más sana es una democracia, mayor libertad de expresión tiene la gente, libertad que debe reflejarse en la proliferación de medios de comunicación, la solidez de los mismos, su capacidad para ahondar en la verdad, y su vocación a la hora de encauzar las voces de millones de hombres y mujeres que cada día buscan en noticieros, periódicos, páginas de internet y programas radiales, información pertinente que nutra su criterio como ciudadanos.
De manera que el ejercicio del periodismo y la comunicación tiene una raíz política, en el sentido más amplio del término, en la medida en que busca ejercer un influjo en la sociedad, abrirle los ojos, mostrarle la entraña de las cosas. De ahí la importancia de una fecha como el 4 de agosto, Día del Periodista y el Comunicador, consagrado en la Ley 918 de 2004, promulgada para “la protección laboral y social de la actividad periodística y de comunicación a fin de garantizar su libertad e independencia profesional”, entendiendo dicha actividad periodística –subraya la ley– como “la rama de la comunicación en sus diferentes denominaciones”.
Ahora bien, ¿por qué el 4 de agosto? Porque ese día de 1794 Antonio Nariño (1765-1823), en la imprenta que había adquirido en Santafé de Bogotá, llevó a cabo la primera publicación de la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, uno de cuyos artículos dice: “Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”.
No en vano Nariño, que en 1811 fundó el periódico La Bagatela, ha sido considerado el primer periodista político del país. Veámoslo en el siguiente pasaje de la serie Nariño, el Precursor, la cual hace parte de la producción Revivamos nuestra historia, dirigida por Jorge Alí Triana y restaurada y preservada en los archivos de Señal Memoria. Allí, Nariño (interpretado por Gustavo Angarita) recibe el ejemplar de un libro en el que están los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el cual enseña a su esposa Magdalena Ortega (María Eugenia Dávila):
PROMEC Televisión; Producciones Eduardo Lemaitre (Productor). Triana, Jorge Alí (Director). (1982). Nariño, El Precursor [Serie biográfica]. Bogotá: PROMEC Televisión; Producciones Eduardo Lemaitre. Archivo Señal Memoria, UMT-216575
Sin embargo, Nariño no es la única figura fundacional del periodismo en Colombia. También es necesario mencionar a un contemporáneo suyo, Manuel del Socorro Rodríguez (1758-1819), nacido en la antigua Capitanía General de Cuba y artífice del Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá, primera publicación periodística que circuló en nuestro país a partir del 9 de febrero de 1791. Luego de 265 números, en 1797 dejó de imprimirse. De hecho, esa fecha del 9 de febrero ha sido adoptada en Colombia como el Día del Periodista.
¿Dos oficios diferentes?
A cada personaje entonces se rinde homenaje y por eso cado uno tiene su día: 4 de agosto, Día del Periodista y Comunicador; 9 de febrero Día del Periodista, en este caso por obra y gracia de la Ley 51 de 1975, a la luz de la cual “se reglamenta el ejercicio del Periodismo y se dictan otras disposiciones”.
Ahora bien, ¿es lo mismo ser periodista que ser comunicador? Sin bien es cierto que en muchos momentos la línea que separa a ambas profesiones tiende a ser tenue, podemos caracterizar cada una de estas ocupaciones. El periodista es aquella persona que rastrea, recaba y procesa información de actualidad, confiriéndole un carácter noticioso que busca transmitir a través de los medios de comunicación –periódicos impresos y páginas web, noticieros y programas radiales–, noticias que se constituyen en insumo fundamental del ciudadano al momento de tomar decisiones con relación a sus comunidades, sociedades y gobiernos.
Por su parte, el comunicador lleva a cabo una tarea que en muchas ocasiones se limita a la transmisión de una información que no necesariamente está sujeta a una coyuntura de actualidad y cuyo conocimiento no es siempre de vital importancia para el ciudadano. De ahí que el campo de la comunicación haya colonizado vastos ámbitos como el del entretenimiento, la gastronomía, los viajes, la farándula, etc.
La trayectoria de una figura como la de Jorge Alfredo Vargas, egresado de la Universidad Javeriana, en cuyas aulas se formó a comienzos de la década de 1980 y que se estrenó en la profesión justamente en un noticiero, es un buen ejemplo del Comunicador Social que se hace periodista. En el siguiente fragmento del programa Gente de Señal Colombia, narra cómo fueron esos inicios.
Inravisión – Señal Colombia (Productor). Gutiérrez, Sara (Directora) (1998). Gente [programa de entrevistas]. Bogotá – Colombia: Inravisión – Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 014548.
El periodista, ¿nace o se hace?
Ahora bien, en su propósito de investigar y transmitir los hechos de manera objetiva y atendiendo a la verdad, el margen de creatividad del periodista es mucho más restringido, entre otras razones por la inmediatez con la que debe trabajar. En ese sentido, el tratamiento que hace de la noticia se atiene, en términos generales, a responder las preguntas de qué, quién, cuándo, cómo y por qué.
A su vez, el trabajo del comunicador suele llevarse a cabo por fuera de las coyunturas del día a día por las que se rigen los grandes medios, lo que quizás permite unos tiempos más cómodos para la construcción del mensaje y la manera de transmitirlo a una audiencia que no necesariamente es la vasta ciudanía, sino un público de nicho alojado, por ejemplo, en una empresa. De ahí la rama de la llamada comunicación interna. Esa holgura de tiempo y cierta atemporalidad del mensaje, se constituyen en condiciones del comunicador para buscar en su trabajo una originalidad que elude al periodista.
En cualquier caso, podemos decir que si bien todo periodista es un comunicador, no todo comunicador es periodista. El comunicador no trabaja con una información noticiosa al estilo de los medios de comunicación; el periodista, por el hecho de transmitir la noticia periodística, siempre será un comunicador. En cualquier caso, no son del todo claros los límites y alcances de cada una de las dos ocupaciones.
Igualmente cierto es que el periodismo es una actividad que se aprende ejerciéndola. De hecho, la historia de los medios de comunicación en Colombia abunda en ejemplos de figuras que se convirtieron en periodistas a punta de trabajo, tras largas jornadas en las salas de redacción, los estudios de grabación y las cabinas radiales, sin haber jamás redondeado una experiencia de carácter académico. El caso más conocido es el de Gabriel García Márquez, que tras abandonar los estudios de Derecho en la Universidad Nacional se convirtió en reportero de planta en periódicos como El Espectador de Bogotá y El Universal de Cartagena. Sin embargo, cabe señalar que en la década de 1930 el periodismo ya era un oficio que se enseñaba en Colombia y que a finales de la década de 1940 la Universidad Javeriana abrió la primera facultad de Comunicación Social en el país.
La verdadera función social
Otro ejemplo de un periodista hecho a pulso es Carlos Pinzón (1927-2020). ¿Periodista o Comunicador? Bueno, en el siguiente fragmento de audio, correspondiente al programa El atardecer de la Radio Nacional de Colombia, transmitido en 2015, la presentadora se refiere a su invitado como “periodista”, antes de cederle la palabra para que presente su libro recién publicado Carlos Pinzón, el Comunicador Social.
Radio Nacional de Colombia (Productor). Rayo, Deysa (Directora). (2015). El Atardecer [informativo radial]. Bogotá – Colombia: Radio Nacional de Colombia. Archivo Señal Memoria, RNDC-DGW-216800-01
Como lo escuchamos, Carlos Pinzón exalta la palabra “social” en el título de su libro, lo cual no solo trae a la memoria la vasta obra benéfica que llevó a cabo a lo largo de su trayectoria, con iniciativas tan notables como Teletón, sino que también es una manera de recordarnos que el oficio de la comunicación debe, de una u otra manera, atender al fortalecimiento del tejido social.
Ese propósito de la Comunicación Social, como carrera y ejercicio profesional, se ha ido fortaleciendo a lo largo de la historia de los medios en Colombia, desde aquellas primeras iniciativas lideradas por personalidades como la de Nariño. El surgimiento de la radio en la década de 1920, así como el arribo de la televisión a Colombia en los años cincuenta, significaron momentos trascendentales que pusieron a prueba el papel del periodismo en nuestro país y la responsabilidad del comunicador (término que en todo caso acabó de acuñarse en la segunda mitad del siglo XX) frente a una ciudadanía.
Al fin y al cabo, esa evolución de las herramientas y canales –imprenta, fotografía, radio, televisión– propios del periodismo y la comunicación, ha traído aparejada una permanente evolución tecnológica que debe estar al servicio de la gente y no al contrario: la gente al servicio de la tecnología. En otras palabras, el uso de los avances e innovaciones tecnológicos no puede opacar la responsabilidad social de periodistas y comunicadores. Al respecto, vale la pena observar por un momento los desafíos que en ese sentido plantean las redes sociales, en las que miles de opiniones circulan a diario a propósito de tal o cual asunto, al amparo de la libertad de expresión (mal entendida muchas veces) pero sin ningún tipo de responsabilidad frente al otro o frente a la temática en sí misma.
De ahí los parámetros éticos en los que deben moverse el periodista y el comunicador y a los cuales nos podemos aproximar con las palabras de Javier Darío Restrepo (1932-2019), experto en ética periodística, en el siguiente fragmento de documento audiovisual en el cual lo entrevistan, conservado en los archivos de Señal Memoria.
Pregrabado al periodista Javier Darío Restrepo. Archivo Señal Memoria, UMT-203175
¿Era Javier Darío Restrepo periodista o comunicador? Un dato resulta revelador: se formó, desde el punto de vista académico, como sacerdote, pues se graduó del seminario donde descubrió las doctrinas filosóficas que sin duda determinaron su visión ética del periodismo, el cual ejerció durante su larga carrera. Esta se centró cada vez más en esa dimensión ética, constituyéndose en faro para generaciones enteras de periodistas… y por supuesto comunicadores.
Autor: Fernando Nieto