La historia musical de Colombia está llena de esos casos en que el inmenso reconocimiento de una canción no corresponde al olvido y pobreza de su compositor. Un caso algo singular que viene a la cabeza por estos días es el de Crescencio Salcedo, autor nada menos que del “Año viejo”:
Archivo: El año viejo – Crescencio Salcedo – Mi herencia
“Yo no olvido el año viejo
Porque me ha dejado cosas muy buenas…
Me dejó una chiva, una burra negra
Una yegua blanca y una buena suegra…”
Crescencio Salcedo nació en Palomino, pueblo ubicado junto al mar Caribe en el límite de los departamentos de Magdalena y La Guajira. El año fue, al parecer, 1913. Sin estudio (por voluntad propia), Salcedo se formó con la sabiduría popular de su región. Sintió especial admiración por las personas mayores y los viejos que siempre estuvo dispuesto a escuchar. Como parte de una familia de músicos, aprendió la ejecución de varios instrumentos de la música tradicional del Caribe colombiano: tambor, tambora, gaita, caña… Las flautas fueron su especialidad y a ellas se dedicó, tanto en la ejecución como en la fabricación y venta.
Un disco conservado por el Archivo Señal Memoria da cuenta del talento musical de Crescencio Salcedo para la flauta y como compositor. El disco se titula Mi herencia y es eso lo que recordamos en este fin de año. Allí se incluye otro de los grandes éxitos de Salcedo, “Mi cafetal”:
Archivo: Mi cafetal – Crescencio Salcedo – Mi herencia
“Mi cafetal” es uno de esos clásicos de la música bailable del Caribe colombiano que dejó tras de sí el paso de los años cuarenta. Aunque la canción se reconoce como autoría de Salcedo, en su libro La canción colombiana, el especialista Jaime Rico Salazar dice que la melodía original fue de la canción “Se marchitaron las flores” de Andrés Paz Barros.
Los cuarenta fueron años especiales en que emergieron también Lucho Bermúdez, José Barros, Guillermo Buitrago, entre otros. Ya fueran en el formato orquestal de Bermúdez o en las guitarras de Bovea y sus vallenatos, géneros como el porro o el paseo empezaron a adueñarse del gusto popular y con el paso de pocos años pasaron a ser también parte de los estandartes de nacionalidad colombiana, estatus que hasta entonces tenía “monopolizado” la llamada música “andina”. Los repertorios de Lucho Bermúdez y José Barros, también hicieron parte de la herencia de Crescencio Salcedo:
Archivo: Navidad negra (Barros) – Crescencio Salcedo – Mi herencia
Archivo: Prende la vela (Bermúdez) – Crescencio Salcedo – Mi herencia
Archivo: La pollera colorá (Madera – Choperena) – Crescencio Salcedo – Mi herencia
Crescencio Salcedo murió en Medellín en 1976. Estaba dedicado a “lo de siempre”: venta de flautas y venta de sus discos auto producidos. Con una limitación económica que podría calificarse como deliberada. Fue su elección vivir así, según se recoge del testimonio que quedó escrito en el libro Crescencio Salcedo: mi vida, editado por Ediciones Hombre Nuevo en el mismo año 76, tras la entrevista hecha por Jorge Villegas y Hernando Grisales. Decía Salcedo: “He querido ser un cliente tranquilo en medio de lo que vivo. Únicamente la gracia divina que me guíe con lo que debo hacer, para conseguir el pan de cada día”.
Sobre sus canciones y la limitada cantidad de regalías recibida, a pesar del éxito que tuvieron varias, quedó anotado en el libro: “No he creído que uno compone nada, sino que lo único que hace es recoger motivos de lo que está con perfección hecho. De acuerdo con la cultura, con ese pulimento que uno tiene, puede recoger la obra. Nadie compone nada”.
Archivo: Así me gusta – Crescencio Salcedo – Mi herencia