Por: Luis Alfonso Rodríguez Norato
La radio y la televisión en Colombia representan no solo un hito en la historia de los medios nacionales, sino un signo elocuente de la entrada en la modernidad. Los teleteatros como uno de los productos audiovisuales nacidos con la televisión responden a ello.
Con la llegada de la televisión al país en 1954, no solo se presenta el enorme reto de crear los espacios audiovisuales de la programación del nuevo medio, sino también el desafío de mantener el equilibrio entre las exigencias comerciales y la vocación cultural original de un medio de comunicación público.
Para la segunda mitad de la década de los años 50, la radio había ganado ya una audiencia considerable en el país y contaba con programas de gran éxito como los noticieros y las radionovelas. La televisión necesitaba perfilar y captar nuevas audiencias con un alcance masivo, que permitiera llevar temas reservados hasta el momento a ciertas élites y públicos seleccionados, a una población general colombiana ávida de conocer la nueva ventana tecnológica ofrecida.
Es en esta coyuntura donde surgen los teleteatros como una posibilidad televisiva para responder a los objetivos del nuevo medio. Su auge se ubica entre las radionovelas en vigencia para ese momento y el inicio de las telenovelas, dentro de una línea de continuidad cultural que expresaba también el esfuerzo modernizador de un país en desarrollo.
Un año después de haberse inaugurado la televisión nacional, los teleteatros ya hacían parte de su programación. Uno de los gestores fundamentales de dicha iniciativa fue Bernardo Romero Lozano, pionero de los radioteatros con la Radiodifusora Nacional de Colombia y en general de la televisión nacional durante las primeras décadas de la misma. Tuvo siempre como horizonte sacar el teatro de sus esquemas provinciales marcados por las tradiciones conservadoras y religiosas y conectarlo con los movimientos internacionales modernos. Para ello se empeñó en la fundación de nuevos grupos actorales, la consolidación de los radioteatros que venía dirigiendo desde 1943 y la creación de los teleteatros del naciente medio televisivo.
El nuevo teatro nacional que va surgiendo de estas iniciativas denota no solo una evolución cultural, sino también la influencia del teatro experimental de la posguerra como oposición a la tradición y signo evidente de la entrada de la modernidad, representada en gran medida por la consolidación de nuevos medios de comunicación, tanto en Colombia como en el mundo.
A pesar de las limitantes de orden técnico y presupuestal y las precariedades propias de comenzar un proyecto teatral dentro de un medio de comunicación desconocido como la televisión en el ámbito colombiano, Romero Lozano introdujo metodologías dramatúrgicas nuevas y autores contemporáneos desconocidos y alejados de las expresiones culturales tradicionales hasta el momento en el país. El apoyo de personal técnico venido de Cuba, actores llegados de Argentina y la experiencia de más de una década de trabajo del equipo artístico de la radio, fueron fundamentales para el comienzo de los teleteatros.
Un ejemplo de este esfuerzo es el teleteatro Juan Gabriel Borkman, emitido en 1958 en una adaptación para televisión realizada y dirigida por Bernardo Romero Lozano, a partir de la obra del mismo nombre del dramaturgo noruego Henrik Ibsen publicada en 1896.
El reparto de actores protagonistas tuvo a Bernardo Romero Lozano como Borkman, el padre burgués que regresa de la cárcel, Maruja Yepes como Gunhilda, su esposa, Carmen de Lugo como Ella, hermana gemela de la esposa y Aldemar García en el papel de Erhart, hijo único del matrimonio.
La divulgación de manifestaciones artísticas y culturales como el teatro, a través de la televisión pública, es conservada en los registros documentales del Archivo Señal Memoria de RTVC, salvaguarda del patrimonio audiovisual y sonoro de Colombia.