La aparición de la Virgen María a un indígena mexicano llamado Juan Diego, ha trascendido fronteras como una de las advocaciones más importantes. La imagen que dio nacimiento al culto que siguió a la aparición se conoce como Virgen de Guadalupe y es considerada por los católicos como una de las más milagrosas de América.
El relato religioso que da nacimiento al culto de la Virgen de Guadalupe se remonta a los inicios del establecimiento colonial en México. Refiere que la virgen María se apareció el 8 de diciembre de 1531, y luego en otras tres ocasiones, a un indígena chichimeca llamado Juan Diego. Hubo otra aparición posterior a un tío suyo, Juan Bernardino. La aparición ocurrió en el cerro de Tepeyac, ocasión en la que la virgen envió con Juan Diego el mensaje a Juan de Zumárraga, obispo de México, de construir un templo en dicho sitio.
Ante las dudas del obispo, en la última de sus apariciones ocurrida el 12 de diciembre de 1831 y por recomendación de María, el indígena llevó al obispo unas flores cortadas en el cerro. Al desplegar ante el prelado el ayate en el que las llevaba, apareció la imagen de la Virgen con algunos rasgos mestizos. El que la imagen fuera similar a la Virgen de Guadalupe de Extremadura, que portara Hernán Cortés en su pendón, hizo que le denominara Virgen de Guadalupe, con el que se le conoce universalmente.
El relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe se socializó en lengua náhuatl por lo que se convirtió en una de las creencias más profundas del pueblo mexicano y en una de las bases de su nacionalidad, ya que ha estado presente en sus principales hechos históricos como la Independencia, La Reforma y la Revolución mexicana.
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Juan Diego Cuauhtlatoatzin, testigo base de este culto mariano, nació en 1474 en Cuautitlán y fue adoctrinado por los franciscanos. Dedicó parte de su vida como laico a cuidar la pequeña ermita que se construyó en el cerro y a narrar a los visitantes la milagrosa aparición de María. Murió en 1548, fue beatificado el 6 de mayo de 1990, y en 1998 se creó una comisión que verificó su existencia histórica, la que fue cuestionada por algunos canónicos, quienes argumentaban que aceptar la existencia de Juan Diego podía poner en riesgo la credibilidad y seriedad de la Iglesia. A pesar de sus argumentos, el 31 de julio de 2002 el papa Juan Pablo II canonizó a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en la Basílica de Guadalupe.
De Tonantzin a la Virgen de Guadalupe
El Cerro de Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa indígena dedicado a la diosa Coatlicue –’señora de la falda de la serpiente’–, también conocida como Tonantzin –’Nuestra adorable madrecita’–, nombre que los indígenas le dieron a la Virgen de Guadalupe. El templo de adoración original fue destruido durante la Conquista, pero los franciscanos levantaron allí una ermita a la que los indígenas acudían de acuerdo con sus tradiciones ancestrales, costumbre que luego fue seguida por los mestizos y los criollos, ya en advocación a María.
La consolidación de este culto es explicada por algunos porque el nombre de la Virgen tenía cierta relación con las creencias tradicionales indígenas, pues Guadalupe es similar a coatlaxopehu, que se pronuncia quatlasupe, en el que Coa corresponde a serpiente, tla, la y xopeuh, aplastar, significando ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’, lo que la hace similar a la Virgen María.
Para cronistas españoles como Bernardino de Sahagún, este creciente culto a la Virgen de Guadalupe estaba precisamente en la tradición pagana pues ocultaba que bajo la imagen de María los indígenas estaban adorando a Tonantzin, nombre que muchos de ellos aún le dan a la Virgen de Guadalupe.
La creciente devoción por la imagen llevó a que en 1556, después del Primer Concilio Provincial Mexicano, el obispo Alonso de Montúfar ordenara la remodelación de la ermita y entregara su administración al clero secular. Además, prohibió la existencia de santuarios que no tuvieran una clara sustentación en hechos milagrosos, pero permitió los cultos a los patrones de los pueblos y a la Virgen María. Precisamente, algunos relatos de época dicen que fue ese año en el que ocurrió la aparición de la imagen de la Virgen y no en 1531.
El culto a la Virgen se expandió gracias al Concilio de Trento, que ordenó que la Iglesia promoviera el de las imágenes de Cristo y de María.
El sincretismo religioso y el culto a la Guadalupana
Para algunos científicos sociales, la aceptación del culto a la Virgen del cerro de Tepeyacac se debe a las tradiciones indígenas, ya que proporcionó un pretexto para seguir con sus prácticas ancestrales. Por otra parte, la imagen de María fue utilizada para unificar las creencias entre los diferentes pueblos mexicanos. Esto convirtió a la Guadalupana en un eficiente medio de aculturación y de consolidación del catolicismo entre las comunidades indígenas que difícilmente abandonaron sus tradiciones y creencias.
De la misma manera en que se utilizó para consolidar el catolicismo, la Guadalupana ha servido para consolidar la nacionalidad de los mexicanos. Durante la Independencia su imagen y nombre fue utilizada por Los Guadalupes, una sociedad que existió desde 1811 para buscar la libertad e independencia. Don Miguel Hidalgo elaboró un estandarte con su imagen y con la consigna: ¡Viva la Religión! Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe. ¡Viva Fernando VII, Viva la América y muera el mal gobierno! para movilizar a sus tropas.
En 1813 José María Morelos decretó que todos los soldados debían ser devotos de esta Virgen. En 1824 Agustín I de México creó la Orden Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, que fue revivida en 1854 por Antonio López de Santa Anna. Esta advocación fue seguida por diferentes gobiernos al punto de que en 1828 se estableció el 12 de diciembre como día de la Virgen de Guadalupe. En 1895 la Virgen de Guadalupe fue coronada canónicamente como reina de México, en 1910 la nombraron Patrona de América Latina por el Papa Pío X, y en 1945 Pío XII la tituló Emperatriz de las Américas.
El culto a esta virgen se ha extendido por todo el mundo católico. Su fiesta, el 12 de diciembre de cada año, convoca a millones de fieles en todas las iglesias en las que se encuentra su imagen. A su templo en el cerro del Tepeyac en Ciudad de México llegan varios millones de personas por lo que su santuario, la basílica con su nombre, es uno de los tres lugares más visitados por los católicos del mundo entero.
La fiesta se inicia con una serenata a la Virgen, conocida como Las mañanitas a la Guadalupana, seguida por la presentación de danzantes conocidos como matlanchines, que encabezan las diferentes procesiones que se realizan ese día.
Por todo esto, la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe es una de las más importantes fiestas del calendario católico mexicano.
La fiesta de la Virgen de Guadalupe en Colombia
La Virgen de Guadalupe también es patrona en varias poblaciones y regiones del país, como Nariño. En el corregimiento de Catambuco, a siete kilómetros de Pasto, existe la tradición de venerar a esta advocación. Radio Nacional de Colombia relató a sus oyentes el origen de la práctica.
Radio Nacional de Colombia (2016, diciembre 12). El atardecer. [Magacín]. Colombia: Radio Nacional de Colombia. Archivo Señal Memoria, RNDC-DGW-227555-01.
Autor: Alonso Valencia Llano