En julio de 1986 el Papa visitó Colombia y trajo un mensaje de paz en tiempos que estuvieron marcados por la violencia en el país.
El recorrido de Juan Pablo II, un pontífice popular y que convocaba masas de una forma extraordinaria, incluyó zonas de la costa norte, del centro y del occidente. En su agenda de trabajo en Colombia tuvo en cuenta a Armero, población del Tolima que meses atrás había quedado devastada por una brutal avalancha provocada por la erupción parcial del volcán Nevado del Ruíz.
Durante una intervención pública, el Papa pidió por el fin de los grandes males nacionales, entre lo que estuvo el conflicto interno y las acciones guerrilleras que causaban como hoy en día graves problemas a los colombianos.
Millones de personas recuerdan aun esta visita que dejó una huella profunda en la memoria de la comunidad católica y de quienes vivieron de cerca este acontecimiento.