Algunos artistas, fanáticos y salsómanos, aseguran que se encuentra entre los 3 mejores soneros de la historia de la salsa junto a Celia Cruz e Ismael Rivera. Por eso, en este artículo abordaremos los principales momentos de este artista, desde sus inicios como cantante en pequeños bares, hasta su principal momento de gloria y su fallecimiento prematuro.
Mi china me botó
Cuando repasamos los primeros años de juventud de Héctor Lavoe, nos encontramos con el joven Héctor Juan Pérez Martínez, un muchacho de barriada y bastante humilde, pero con carisma. Su historia no es muy distinta a la de otros tantos artistas puertorriqueños.
Nacido un 30 de septiembre de 1946 en el barrio Machuelo Abajo (Puerto Rico), en una familia numerosa, humilde y con muchas dificultades para salir adelante. Sin embargo, su talento, heredado de su padre, lo llevaría a creer que era posible vivir mejor. Así, un joven de 16 años, con una incipiente experiencia como vocalista de cantina, deja todo atrás para marcharse a Nueva York.
Después de trabajar en oficios varios en compañía de su amigo de infancia Roberto García, al fin tuvo una oportunidad. A través de este fragmento del programa Anverso y Reverso, tomado del Archivo Señal Memoria, recordamos esos primeros momentos de Lavoe.
Gómez, Jairo (director). (1999). Anverso y reverso Héctor Lavoe. Colombia: Inravisión - Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-018546.
Esta primera aventura neoyorquina le trajo muchos problemas a Lavoe, principalmente con su pareja de aquel entonces, quien no vio con buenos ojos su partida y lo apartó de su lado. Paradójicamente, como veremos, esta experiencia sería su primer impulso como cantante en un grupo importante de salsa.
Un día de 1964, Lavoe asistió a un bar de la avenida Prospect, en Brooklyn, donde mostró su talento al pianista Rusell Cohen, director de la New Yorker Band. Ese día logró ingresar a la orquesta, donde un año más tarde tendría su oportunidad como vocalista, grabando su primer sencillo en honor a su antigua novia: Mi china me botó.
Aunque era muy talentoso, no lograba afianzarse en la música, pero un día, en el año 1967, su voz llamó la atención de quien sería su padrino musical, el reconocido Johnny Pacheco. Como veremos, este momento fue un antes y un después para la carrera de Héctor Lavoe.
‘El Malo del Bronx’
A finales de los años sesenta, Nueva York se había convertido en el centro del mundo. Allí, culturas y contraculturas de todos lados se daban cita para criticar a la sociedad y a los gobiernos, pero también para dar rienda suelta a la creatividad. Consciente de este contexto, Johnny Pacheco quería convertir toda esa euforia en algo que le diera otro matiz a la música latina, especialmente a la salsa.
Para ese momento, Pacheco ya contaba con un joven y extraordinario músico llamado Willie Colón, conocido en las calles como ‘El malo del Bronx’; pero faltaba algo, una gran voz. Así, Pacheco le ofreció a Lavoe la posibilidad de grabar algunos temas, sin saber que su propuesta daría vida a una de las duplas musicales más importantes de la historia de la salsa: la unión entre Lavoe y Colón.
Se dice que, al principio, Héctor Lavoe era reticente, pues no quería grabar, sino ser contratado formalmente como vocalista. Sin embargo, tras conocer el talento de Colón, sumado a la posibilidad de grabar con la Fania Records, su opinión cambió.
Los dos artistas grabaron varios éxitos musicales como Quimbombó o Borinquen que dieron vida al álbum El Malo. Después, entre 1967 y 1974, saldrían álbumes como “The Hustle”, “Guisando”, “La gran fuga” y “Lo mato”. De ahí surgieron grandes canciones como Che che colé, Ausencia, Panameña, El día de mi suerte o Calle Luna.
Más tarde, con la reestructuración del sello de la Fania nació la idea de formar un grupo selecto con sus mejores artistas y músicos; así surgió la Fania All Stars. Lavoe no solo participó en esta agrupación, sino que se inmortalizó interpretando una de sus canciones más recordadas, Mi gente. Además, con este grupo tuvo la posibilidad de cantar en importantes clubes y escenarios en el mundo, siendo el concierto realizado en Zaire, África, uno de los más significativos.
En este fragmento del programa Talento Latino, producido por Inravisión y Señal Colombia, se menciona cómo la música de estos grandes salseros le debe mucho a los ritmos africanos que se fundieron con los sonidos caribeños y latinoamericanos.
Vargas, Elizabeth (directora). (1999). Talento latino Fania. San Juan, Puerto Rico: Inravisión - Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-015373.
Sin embargo, pese a todo este éxito, la vida de Héctor Lavoe empezó a tomar algunos matices dramáticos y trágicos, los cuales lo llevaron a experimentar una tristeza y un vacío inconmensurable.
“…Cuando el show se acaba, soy otro humano cualquiera”
Después de varios problemas con Willie Colón, en 1974 Lavoe dejó la orquesta, recogió su fama y se lanzó como solista. Todo transcurrió con mucha normalidad para sus aspiraciones, pues los años setenta y ochenta fueron testigos de una carrera exitosa, excepto porque su vida personal se estaba desmoronando a pedazos. Debido a los excesos, la depresión y el consumo de drogas y alcohol, Lavoe experimentó un frenesí del que no saldría jamás.
Aunque muchos juzgaron sus acciones y decisiones, tal vez quienes mejor comprendieron esta situación fueron sus colegas y amigos. Así lo recordaba el cantante Ismael Miranda en esta entrevista recuperada del Archivo Señal Memoria, la cual concedió al programa Anverso y Reverso.
Gómez, Jairo (director). (1999). Anverso y reverso Héctor Lavoe. Colombia: Inravisión - Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-018546.
A lo largo de su vida, Lavoe tuvo que afrontar varias tragedias familiares como la muerte de su madre, el fallecimiento de su hijo o el asesinato de su suegra; hechos que lo marcaron para siempre. Un hecho que mostró el mal estado psicológico en que se encontraba Lavoe, fue la vez que intentó quitarse la vida al lanzarse del noveno piso del Hotel Regency en San Juan, Puerto Rico.
Algunos afirmaban que la razón de este intento de suicidio fue la cancelación de uno de sus conciertos, mientras que otros decían que se debió a la falta que le hacía su hijo. Lo cierto es que, a raíz de este acontecimiento, su carrera no sería la misma, situación que empeoró cuando le diagnosticaron la enfermedad del sida en 1988 y entró en bancarrota financiera.
Todo tiene su final
Finalmente, las luces del escenario de la vida se apagaron para el gran Héctor Lavoe. Como a otros grandes artistas, el fuego de su talento no pudo alumbrar lo suficiente para mantener encendida la llama de su vida. Es verdad que todo tiene su final y nada dura para siempre, no obstante, el Archivo Señal Memoria nos recuerda que su música vivirá para la eternidad.
Autor: Emerson Rivas