A raíz de la traducción de los Derechos del Hombre, Antonio Nariño fue enviado a prisión. Sus bienes fueron confiscados en agosto de 1794; entre ellos una amplia biblioteca que contenía no menos de 2000 volúmenes. Muchos de ellos fueron rematados o entregados a algunos conventos.
La biblioteca que tuvo Antonio Nariño fue, en parte la herencia que le dejó su padre, don Vicente Nariño, quien había traído de Europa numerosos ejemplares. Pero así mismo, Antonio Nariño, que era buen comerciante, importó una gran cantidad de ellos, particularmente aquellos que daban cuenta del avance de la ilustración, de ciencias como la química, la física o el derecho. No faltaban obras de corte religioso, poesía, literatura, manuales de lengua, diccionarios.
Antonio Nariño
Los libros fueron un elemento vital para el Precursor. Con las buenas ganancias que le iba dejando la exportación de quina, de cacao y de añil fue haciéndose a una biblioteca cada vez más amplia. Algunas de las obras que adquirió, afirma Soledad Acosta de Samper, eran libros prohibidos por la Santa Inquisición.
Como señala el historiador Eduardo Ruiz Martínez: «el comercio de libros permite que Nariño lea todos los que llegan a sus manos antes de venderlos. Es por ello que se han encontrado poquísimos ejemplares firmados de puño y letra del Precursor, quien evita este gesto para no dañarlos o disminuir su valor comercial»
La labor de librero exige conocer los intereses y necesidades de los compradores, pero, además, y ello quizás hizo parte del espíritu de Nariño y su librería: el librero es también un divulgador de ideas, pretende contribuir a la creación de pensamiento y al reconocimiento de otras culturas.
De la mano de su propia imprenta -la Imprenta Patriótica-, Nariño fue también editor; publicó algunos de sus escritos y multiplicó su traducción de los derechos del hombre. Su pasión por los libros y las ideas que ellos escondían le valieron una vida marcada por dieciséis años de prisión.
Imagen: Don Antonio Nariño en la Imprenta Patriótica con los impresos de los Derechos del Hombre. Oleo sobre tela de autor anónimo contemporáneo. Palacio de Nariño Bogotá.
