Por: Vespasiano Jaramillo Barón
El amor, la poesía, el periodismo, la política, quizás en ese orden, marcaron la vida del escritor colombiano José Eustasio Rivera quien, cerca a sus 40 años conquistó a Lolita Durán, una muchacha que terminó siendo su “amor eterno”.
José Eustasio Rivera y Lolita Durán protagonizaron en 1927 una historia de amor que bien pudo servir como inspiración para otra trascendental obra del gran escritor de 'La Vorágine' y de 'Tierra de promisión'. Conoció a su adolescente enamorada cuando él estaba cerca de cumplir cuarenta años y la colmó de detalles poéticos como lo haría todo hombre perdido por una mujer.
Esta pareja de principios del siglo XX tuvo sus enlaces románticos en tierras boyacenses, en el hermoso y colorido marco de la Laguna de Tota donde llevaron a cabo las pocas citas familiares y de cálidos encuentros, antes de que el destino los separara sin que llegaran a cumplir los mutuos deseos de hacer realidad un matrimonio de ensueño.
Después de conocer a la joven Lolita, el escritor que describió con suma maestría los paisajes del trópico y de las llanuras colombianas, tuvo que viajar a Nueva York (EE.UU.), para cuadrar los trámites de la traducción al inglés de 'La Vorágine', siendo los únicos contactos con la última novia de su agitada vida las cartas que le enviaba anhelando su presencia, en mensajes que eran correspondidos por ella.
Pero en la existencia del excepcional literato no todo cuadró. Mientras hacía sus gestiones en esas tierras lejanas algo ocurrió en su salud, que se fue deteriorando paulatinamente hasta que un primero de diciembre de 1928, José Eustasio Rivera sucumbió ante la gravedad de sus dolencias y murió dejando inconclusa una obra literaria sin límites y su gran amor por Lolita.
La historia de José Eustasio y Lolita fue objeto de la investigación periodística por parte de uno de los equipos de trabajo de Audiovisuales en 1996, que ubicó a la novia cuando ella estaba por sus 80 años de edad y con el recuerdo vivo de su efímera relación con el escritor. Así, se realizó un programa que revivió años considerados como parte de “lo más profundo del sentimiento colombiano”.
El literato había nacido el 19 de febrero de 1888 en San Mateo-Rivera (Huila) y cuando conoció a la adolescente Lolita Durán ya era un consumado intelectual reconocido en todos los ámbitos de la cultura nacional. Él le enseñó a ella los fundamentos de la poesía y por esto se cruzaron pequeñas obras que les hacían consolidar su amor o mantener vivas sus aspiraciones de pareja cuando los separaban las circunstancias.
El pasado familiar de Rivera (era descendiente de políticos y militares), hizo que en su actividad académica y profesional viviera experiencias como maestro, abogado, diplomático y delegado gubernamental en foros internacionales y comisiones especiales a lejanos territorios del país donde adquirió esa forma particular de observar y describir el paisaje y la naturaleza.
Fue un visionario social y cultural desde todo punto de vista. En el mismo viaje a Nueva York estaba en el plan de llevar al cine 'La Vorágine', en una iniciativa de su propio genio.
“Un amor eterno”, así titularon los editores la pieza audiovisual de la precisa y conmovedora entrevista a Lolita Durán, que quizás muestre algo de esa intensidad expresada por escritores como el ruso Vladimir Nabokov quien en el comienzo de su obra “Lolita” (1955) narraba con emoción: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-lita”. O aquello con lo que termina el poeta brasileño Vinicius de Moraes su famoso Soneto de fidelidad: “Pueda decirme del amor (que tuve) / que no sea inmortal puesto que es llama / pero sea infinito mientras dure”.