La búsqueda incansable y la resistencia de la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria, son razones de reconocimiento en el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas.
El derecho a la verdad
En Colombia, el derecho a la verdad tiene que ver particularmente en razón y en el contexto del conflicto armado y su demanda está especialmente relacionada con la falta de esclarecimiento, investigación, juzgamiento y sanción del fenómeno de la desaparición forzada.
El reconocimiento de este derecho se debe esencialmente a la resistencia, la lucha y la exigencia de las víctimas. Y por supuesto, al consecuente esfuerzo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que los Estados en general cumplan con su obligación de enjuiciar y sancionar a los perpetradores, asegurando entonces la debida reparación a los familiares de las víctimas y esclarecer la verdad de lo ocurrido.
Hoy en el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas, exaltamos la valentía, la espera activa, la búsqueda incansable y la resistencia de la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria, organización que desde 1999 se encuentra en el proceso de aguardar y reclamar la verdad.
Madres de La Candelaria frente a la Iglesia de la Candelaría. Extraído de: Torres Herrera, Néstor (productor). Navas, Carolina. (directora). (2013). Anónimas extraordinarias: [Ana de Dios Zapata]. Colombia: WYF Televisión; RTVC Sistema de Medios Públicos. Archivo Señal Memoria, DV-263372.
Negarse al olvido
Experiencias tan potentes como las de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, quienes inspiran a las Madres de la Candelaria en Colombia nos recuerdan que negarse a olvidar es el primer acto de resistencia que ha hecho de la construcción de la memoria una apuesta política personal y colectiva de las víctimas.
Teresita Gaviria fundadora de las Madres de la Candelaria recuerda reunirse desde hace más de 20 años todos los viernes a las 12 del mediodía frente a la Iglesia de la Candelaria, ubicada en la ciudad de Medellín. Allí cada una de ellas evocaba las memorias de sus familiares, poniéndolas en el espacio público. Una cita infaltable para todas las mujeres que conforman la organización. En este espacio sus voces sincronizadas demandan: “Los queremos vivos, libres y en paz”, “El dolor es mucho y el amor es más”, “Todo desaparecido ocupa un espacio y un lugar”.
(2013). Proyecto víctimas : [Informe especial] [Cubrimiento]. Colombia: RTVC Sistema de Medios Públicos ; Revista Semana. Archivo Señal Memoria, DV-263929.
Como observamos en este fragmento del programa Proyecto Víctimas del año 2013, y de acuerdo a la Comisión de la Verdad, la desaparición forzada de personas, es una violación al derecho a la vida y tiene que ver con sustraer a una persona de su medio social y familiar, es el desconocimiento absoluto de su destino. Y que para los familiares supone una herida y un duelo abierto debido a la imposibilidad de saber lo sucedido.
En entrevistas, una de las madres integrantes de la organización rememora que la búsqueda de su hijo empezó en las calles, en las cárceles, en las clínicas y ante la impotencia de encontrarlo, la sensación es de un hueco que se traga la tierra a los hijos. Por ello, la existencia de organizaciones de víctimas se vuelve un aliciente en tanto, es darse cuenta de que no son las únicas a las que les ocurrió, que no están solas. “Nosotras llegamos ahí, y nos comprendemos muy bien la una con la otra. Somos como una misma familia. Todas sentimos el mismo dolor, todas hemos pasado por lo mismo. Quizás por eso nos comprendemos tanto”, señala en entrevistas Dolores Londoño, integrante de la organización.
La luz de la verdad
Debido a su incansable trabajo, en el año 2006 la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria recibió el Premio Nacional de Paz. Este tipo de reconocimiento público y validación social de su sufrimiento, anudado al reconocimiento de responsabilidades por parte de quienes han participado en el conflicto, resultan fundamentales para las víctimas, que como nos recuerda la Comisión de la Verdad, estas acciones permiten avanzar hacia el esclarecimiento de la verdad y la creación de condiciones estructurales para la convivencia y la no repetición.
Manto bordado por mujeres víctimas del conflicto armado. Extraído de: Torres Herrera, Néstor (productor). Navas, Carolina. (directora). (2013). Anónimas extraordinarias: [Ana de Dios Zapata]. Colombia: WYF Televisión; RTVC Sistema de Medios Públicos. Archivo Señal Memoria, DV-263372.
Cifras de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) registran a 191.206 personas desaparecidas en Colombia, cifras que todos los días aumentan, lo cual, pone en evidencia que la desaparición forzada es un delito con inmensa impunidad. “La búsqueda de las personas desaparecidas termina hasta encontrarlas, a todas y a cada una”, señala Teresita Gaviria en una entrevista.
Esclarecer es llenar de luz un espacio, y el esclarecimiento de la verdad del conflicto armado supone la posibilidad de cerrar estos casos, la posibilidad de tramitar un duelo, de llorar una tumba y de detener esa espera infinita y dolorosa.
(2013). Proyecto víctimas : [Informe especial] [Cubrimiento]. Colombia: RTVC Sistema de Medios Públicos ; Revista Semana. Archivo Señal Memoria, DV-263929.
En esta entrevista Teresita Gaviria se remite a la inevitable relación entre reconciliación y verdad, y deja ver con claridad que la reconciliación es un proceso, más que un acto, y, por tanto, tiene que ver con ejercicios de transformación social, en donde todos los actores de la sociedad tenemos un papel fundamental. De manera que, dejar que aparezca la luz de la verdad es posibilitar también la construcción de futuros compartidos, incluso con aquellos que hicieron tanto daño.
Por: Laura Vera Jaramillo