En el Archivo Señal Memoria encontramos un disco, cuya intérprete fue una de las pocas voces que pudo oponerse a Stalin. Se trata de María Yudina, la pianista preferida del todopoderoso gobernante soviético. La mujer que “amablemente” debió grabar en una madrugada el Concierto para piano N° 23 de Mozart, sólo para satisfacerlo.
Mozart - Concierto para piano n° 23 – 1er Movimiento - María Yudina
Ella, María Yudina fue una pianista de origen judío, pero convertida al cristianismo ortodoxo. Daba clases de piano en el Conservatorio de Petrogrado (hoy San Petersburgo), pero por sus convicciones religiosas y especialmente por el “detallito” de criticar abiertamente a los funcionarios del gobierno soviético la echaron de ese trabajo y de muchos más durante su vida. Obvio, un elemento contrarrevolucionario como este, no podía tener los mismos beneficios que otros músicos soviéticos (no muchos) sí pudieron disfrutar.
Él, Josif Stalin, el hombre más poderoso de la antigua Unión Soviética (hoy Rusia) desde 1924 hasta su muerte en 1953. Gobernó este país con puño de hierro y tenía la firme convicción de llevar al comunismo a su máxima expansión a cualquier costo. Nadie le negaba nada y el que lo hiciera, era ejecutado o también podía terminar “empacado” en un tren rumbo a Siberia, el inhóspito “territorio de depósito” de todos aquellos que en algún momento se convertían en un obstáculo para el Estado soviético.
La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939. Rusia tuvo un papel muy activo. 1943 fue el punto de quiebre en el cruento combate que enfrentó al nazismo y al comunismo. Ese año, tras costosas derrotas, la antigua Unión Soviética comenzó a ganarle terreno a la Alemania nazi. Fue un año en que millones de personas morían por diversas razones: la misma guerra, los campos de exterminio o simplemente por ser un opositor político de Stalin y Hitler.
De ese año proviene la mítica grabación realizada en una sola noche. María Yudina interpretó aquella obra de Mozart, la cual se transmitió a todo el territorio soviético por Radio Moscú. De pura casualidad, Stalin escuchaba la radio esa noche y quedó fascinado por la interpretación de ella. Tanto así, que exigió la grabación. Pero ¡Oh problema! No existía dicho registro.
¿Cuál fue la solución? Pues lo que hasta la actualidad puede suceder cuando un gobernante o alguien con poder, sea de izquierda, de derecha, en la URSS o en Colombia, solicita algo así: “Pues si no existe, se le hace y está para mañana en su escritorio a las 9 a. m.”
Muy a media noche llegó un grupo de funcionarios soviéticos, tan apreciados por Yudina y le pidieron que grabara ese concierto. Lo mismo pasó en la residencia del director Alexander Gauk y de miembros de una orquesta formada “a las carreras”. Grabaron la obra y se la presentaron a Josif Stalin a las 9 a. m. Este es otro fragmento del resultado final, el Adagio que conmovió a Stalin.
Mozart - Concierto para piano n° 23 – 2do Movimiento - María Yudina
Este hecho aparece relatado en el libro Testimonio. las memorias de Dmitri Shostakovich de Solomon Volkov de 1979. Allí cuenta que por este hecho María Yudina recibió 20000 rublos de la época, una millonada que podía sacarla de la miseria en que vivía. Además se le otorgó la más alta distinción posible: el Premio Stalin.
Yudina rechazó el premio y el dinero lo destinó a la reconstrucción de una iglesia ortodoxa, fe a la que pertenecía y era una fervorosa creyente, en medio de la agresiva atmósfera atea que predominaba en la antigua Unión Soviética. Además le escribió una carta al mismísimo Stalin en la que decía: “Día y noche, voy a rezar para que le sean perdonadas las fechorías monstruosas que usted ha cometido contra su pueblo. Rechazando el Premio Stalin, envió el dinero para la restauración de una iglesia y para la salvación de su alma”. La cachetada final.
María Yudina representó a la “otra Rusia”, la de los intelectuales ajenos a los dogmas ideológicos de la llamada sociedad socialista. Stalin no tomó represalias por este hecho. Tras ganar la guerra contra el nazismo en 1945, continuó en el poder 8 años más. La grabación se reeditó finalmente y salió al mercado.