Los Cuatro Amigos - La piragua
Programa “Música Colombiana” c. 1970. Conjunto “Los 4 amigos”: Luis Ramírez, Carlos Zambrano, Eduardo Londoño, Eliodoro Salazar.
José Barros nació el 21 de marzo de 1915 en El Banco, Magdalena. Perteneció a una destacada generación de músicos del Caribe colombiano cuyas creaciones se convirtieron en el estandarte de un renovado imaginario nacional. Hasta los años centrales del siglo XX, Colombia era sinónimo de bambuco. Pero durante la segunda mitad de la centuria, el país empezó a ser reconocido como la cuna del porro, que, a su vez, dio paso a la cumbia y luego al vallenato.
José Barros, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Antonio María Peñaloza, Luis Carlos Meyer, entre tantos otros, encontraron en la música del terruño la forma para dar proyección a su creatividad y, de esta forma, dejaron consignado su nombre y su obra en las páginas de la historia musical colombiana. Cumbias y porros, sin embargo, no fue lo único que hicieron y eso es muy importante. La firma de José Barros también se encuentra en tangos, boleros, danzas, danzones, rancheras, valses y pasillos.
Pesares - Estudiantina Fuentes - Carta de Colombia
Extracto programa “Carta de Colombia” - Emisora HJCK. 7 de septiembre de 1969. Locutores: Gloria Valencia de Castaño y Humberto Martínez Salcedo. Presentación del pasillo “Pesares”.
La carrera musical de José Barros se caracterizó por un interés constante en músicas del espectro internacional, condición que lo llevó a emprender, aún adolescente, la búsqueda de nuevos horizontes. Su principal impulso fue el tango sentimental. Una vez logró llegar a Medellín a mediados de los años treinta, Barros entró en contacto con la radio, medio fundamental para el anhelado reconocimiento. La radio definió en gran medida el engranaje comercial de la música. Tangos y boleros coparon buena parte de la programación radial latinoamericana, y sobre esa base estaba el negocio de grandes sellos como Odeón, Brunswick, Columbia o RCA – Victor.
La vena creativa de Barros no encontró problema alguno en apropiar aquellos géneros internacionales. En su momento, la industria acogió con éxito canciones de su autoría como “Cantinero sirva tanda” del año 1935. En esta época José Barros escribió gran cantidad de tangos, grabados algunos con posterioridad, en los años cincuenta. Este repertorio acompañó al viajero en sus travesías por Perú, donde encontró el beneplácito de la RCA, y por México, donde conoció al que, por supuesto, tendría que ser uno de sus grandes ídolos: Agustín Lara. Años más tarde, Barros reconocería el ejemplo de ese gran músico mexicano como una pieza fundamental en su formación musical. Lara lo animó en el camino de la música al recibirlo en su estudio, donde compartieron experiencias de vida y escucharon sus nuevas creaciones.
Recuerdo de José Barros componiendo – Carlos Melo Salazar
Evocación de Carlos Melo. Encuentros con José Barros en Bogotá. Programa especial, mayo 2007.
Las travesías de José Barros le llevaron además a Ecuador, Chile, Brasil, Argentina, Centroamérica, y Perú. Finalmente, decidió trasladarse a Bogotá, inquieto por noticias de un fructífero ambiente musical. En la capital colombiana, la música costeña ganaba por igual adeptos y detractores. Los unos en grilles y salones de baile; los otros en columnas de prensa y espacios de opinión. Una condición que, por demás, siempre ha sido favorable para consolidar la música en el imaginario.
Muchas son las razones que le dieron al Caribe colombiano una presencia considerable en diversas esferas socioculturales y económicas en la segunda mitad del siglo XX. Para el caso musical, los medios masivos de comunicación jugaron un papel fundamental. En común tuvieron Barros y los músicos nombrados al principio, el haberse beneficiado de la industria discográfica y la radio. Tomaron parte favorable del proceso histórico de lo que hoy conocemos como industria del entretenimiento.
Grabaciones, difusión radial y música en vivo fueron y siguen siendo tres pilares de este engranaje. Las denominadas “series internacionales” de las compañías disqueras extranjeras eran distribuidas en mercados locales latinoamericanos; así se estimulaba la venta de aparatos reproductores, la visita de artistas internacionales y la proyección de su imagen y obra en lugares nocturnos de entretenimiento para el desarrollo de la escena local.
José Barros y Trovadores de Barú – Navidad Negra
Carlos Melo Salazar presenta la canción “Navidad Negra”. Interpreta José Barros con acompañamiento de Los Trovadores de Barú. Programa especial, mayo 2007.
Consciente de las condiciones mencionadas, una de las primeras cosas que hizo José Barros al llegar a la capital fue buscar las oficinas de RCA para cobrar sus regalías por los éxitos logrados en otras tierras. Curiosamente, fue en Bogotá donde más porros escribió, al darse cuenta del auge que tomaba el género “cadencioso”. Transcurrían los años cuarenta, cincuenta y sesenta, recordados hoy como la época dorada de la música tropical colombiana. En esta labor José Barros encontró el apoyo de grandes músicos como lo fueron Lucho Bermúdez, Luis Uribe Bueno y Milciades Garavito Wheeler, quienes le ayudaron en las transcripciones y arreglos instrumentales de sus canciones, para la posterior grabación.
El éxito rotundo de “El gallo tuerto” (1945) la valió a José Barros para continuar trabajando durante las siguientes décadas relacionado con varias disqueras dentro de las que se incluyeron Odeón, de Argentina, Discos Fuentes, Discos Tropical, Discos Ondina, Discos Curro, o su efímero sello Jobar. Así fue creciendo un catálogo extenso, en el que se destacan canciones como “Ají picante”, “El guereguere”, “Navidad Negra”, “La llorona loca”, “Las pilanderas” o “Momposina”.
José Barros en 1948 – Discos Fuentes
Carlos Melo Salazar hace un recuento de algunas actividades de Barros en 1948. Año de contacto con Discos Fuentes. Programa especial, mayo 2007.
“Momposina” no solo llegó a ser grabada por la prestigiosa Sonora Matancera, sino que además, ya pasados unos años, la canción fue base para una telenovela e incluida también en la ola poderosa de los denominados “reencauches” que, en los años noventa, le dieron amplio reconocimiento al tipo de propuestas a lo “Café Moreno” o “Barranco”. Allí se encuentra una prueba contundente de la vigencia inherente a una obra sólida en su concepción.
José Benito Barros Palomino falleció en Santa Marta el 12 de mayo de 2007. Aunque en muchas ocasiones sus canciones son etiquetadas como “música de los abuelos”, la pesquisa en viejos discos que es tan de nuestros días nos puede llevar a pensar que tal vez debamos asumir esta música no solo como la del viejo ancestro parrandero, sino también como la de sus hijos, sus nietos y probablemente sus bisnietos. Además, José Barros tener en cuenta que José Barros mostró con su obra un interés por apropiar cuanta música popular tuviera a mano. Se trató no solo de un estandarte “nacional” colombiano. Fue un músico enfocado en una industria de gustos internacionales que perviven desde entonces.
Los Cuatro Amigos - Navidad Negra
Programa “Música Colombiana” c. 1970. Conjunto “Los 4 amigos”: Luis Ramírez, Carlos Zambrano, Eduardo Londoño, Eliodoro Salazar.
José Barros nos deja un gran ejemplo del que debemos tomar nota los oyentes y los músicos: con su vida demostró, además de una gran fortaleza para lograr sus objetivos, un gran sentido del entorno musical. Orientó su saber de manera acertada dentro de las condiciones que el medio le ofreció. Tomó conciencia no solo de la música, sino también de la mejor forma para difundirla y logró su cometido. Desde niño casi, buscó otros rumbos y forjó su propio camino. Ahora las reglas han cambiado, pero el imperativo para todo músico sigue siendo esa conciencia de las nuevas posibilidades que se le presentan a favor y en contra. En consecuencia, es casi una responsabilidad de la audiencia responder a estas búsquedas que con seguridad traerán cada vez un mejor resultado y un ambiente musical mucho más rico y diverso.