¿Se siente miedo al pintar? le preguntó Gloria Valencia de Castaño (1927-2011), a Alejandro Obregón en una de las históricas entrevistas de esta mujer que fue pionera en todos los campos del trabajo televisivo en Colombia.
Comenzó su larga y diversa carrera en los medios de comunicación como locutora en la Radiodifusora Nacional de Colombia y luego pasó a la naciente televisión nacional en la década de los cincuentas del siglo XX, haciendo la presentación de los primeros programas culturales, de concurso y de entretenimiento en este medio al que ella contribuiría a convertir en el de mayor impacto en la gente y el más acogido por las familias colombianas.
Vargas, Elizabeth (directora). (1997). Talento latino. Bogotá: Inravisión - Señal Colombia. Archivo Señal Memoria.
Sus diálogos con Obregón, Álvaro Mutis o Juan Rulfo, son una mínima muestra de lo que realizó en la actividad que la llevó a ser uno de los personajes más populares del país por sus condiciones como entrevistadora, actividad que ejerció desde el momento en que se puso frente a una cámara de televisión. Precisamente aquel día en que invitó al primer programa cultural al poeta León de Greiff, una emisión accidentada en la que no supo qué decir, hubo retraso en el horario, el personaje se le escapó y al final se suspendió por razones políticas.
Pero así como conversaba ante la teleaudiencia con grandes figuras de la literatura o del arte, Gloria Valencia también animaba espacios infantiles o le daba orden a concursos transmitidos en directo y a los que había que agregarles mensajes comerciales a cada momento.
El Lápiz Mágico fue otro de los programas con los que alcanzó un alto cubrimiento. Con los caricaturistas Merino, Chapete y Carrizosa, comentaba la actualidad política mientras ellos dibujaban al respecto. Las circunstancias del país hicieron que se dejara de emitir, había una situación muy sensible en torno a los temas que se trataban en ese novedoso formato.
A poco más de 40 años de que apareciera su imagen en la TV, en un especial de Inravisión y Señal Colombia, ella recordaba su relación con los niños y la influencia de la “pantalla chica” en la infancia.
Un niño que le escribió para expresarle que quería participar en el concurso de adivinanzas “La barra infantil”, algo que debía parecer del otro mundo cuatro décadas después, cuando ya nadie hubiera concebido un proyecto así en este medio masivo. O un día en la calle, que un joven le dijo con alegría: “Usted me regaló el primer balón de mi vida porque yo canté ‘Los pollitos’ en uno de sus programas”.
Así como miraba con asombro la figura del tímido Rulfo o hablaba con algo de desparpajo ante Obregón o Mutis, como se manejaba en medio de la incertidumbre de las transmisiones en directo y hablaba de memoria sin ningún soporte como el posterior y obligatorio telepronter, Gloria Valencia asumió proyectos que diversificaron y le dieron un sentido social a la televisión. Uno de ellos, Naturalia.
Con su esposo, Álvaro Castaño, en los años setenta hizo la propuesta de este informativo ecológico. ¿Eco… qué?, fue la incierta respuesta de los directivos de un canal. Pero ellos insistieron y con películas prestadas por las embajadas en Bogotá comenzaron otro de los espacios televisivos que la presentadora puso en los primeros lugares de sintonía.
La Primera Dama de la Televisión murió a la edad de 84 años, un 24 de marzo, el Día Nacional del Locutor, con lo cual ni en ese último adiós se separó de lo que fue su intensa vida en los medios de comunicación.