De la variedad de paisajes tropicales, de los cambios de temperatura y de la fauna y flora que ofrece nuestro territorio colombiano, el vestuario tiene que ir afín con la condición climática que el lugar exija. A medida que se asciende por las cordilleras se va acrecentando el frío. En esas alturas, los campesinos vieron en la ruana una necesidad básica.
En el siglo XX los habitantes de Nobsa, Boyacá, adoptaron la ruana como producto bandera. Pero este abrigo boyacense no era usado solo por campesinos. En el mundo elegante de la época, se posicionó de tal manera que los modistos la adaptaron a otras necesidades; le quitaban peso, la acortaban y la estilizaban. Esta prenda hacía presencia en los salones de moda más importantes a nivel mundial. Así lo afirmó Gloria Valencia de Castaño en Carta de Colombia, programa de la HJCK.
La HJCK entrevistó a Cecilia Iregui de Holguín, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda de Fonquetá, Cundinamarca. Ella contó en la entrevista cómo se reunió un grupo de mujeres, amas de casa que aprendieron a tejer desde la época colegial, para crear un taller de confección de ruanas campesinas. Sobre esa base, Cecilia Iregui se encagó de gestionar la presencia de estas prendas colombianas en el mercado neoyorkino.
Por: Cielo Adriana Fierro Bermudez