Fue durante la presidencia del general Francisco de Paula Santander cuando por fin Bogotá tuvo un cementerio que cumplía con las recomendaciones de médicos e higienistas de la época; en particular, aquella que sugería que los muertos debían reposar en los extramuros de la ciudad. Para 1836 el terrero en el que se construyó esta necrópolis era un sitio alejado de la vida urbana y hasta allí debían ser llevados los despojos mortales.
El cementerio consta de una gran elipse central y dos trapecios. Y aunque hay personajes notables en cada uno de estos sectores, en la elipse es fácil encontrar a los políticos más destacados de la república, mientras que en los trapecios, reposan más médicos, artistas, escritores, académicos y músicos.
La visita al cementerio puede ser un buen motivo para hacer memoria. Las Joyas de la Corona encontró que en la Fonoteca de Señal Memoria están registradas las voces de muchos de los personajes que yacen en las tumbas y mausoleos del cementerio. Entre ellos, poetas suicidas como José Asunción Silva, músicos como Alejandro Wills o Pedro Morales Pino y, naturalmente, los presidentes de la República.
Con el paso de Las Joyas de la Corona por el Cementerio Central de Bogotá, desenterramos algunas voces que cuentan apartes de nuestra historia reciente y que escucharemos en nuestro capítulo de esta noche. Los archivos sonoros hacen posible que, a pesar del paso implacable del tiempo y la inevitable muerte, muchos de los muertos y sus recuerdos sigan eternamente vivos.