Durante la colonia y las primeras décadas de la República los espacios establecidos para las reuniones sociales disponían la separación rigurosa entre hombres y mujeres.
El espacio validado socialmente para el encuentro entre hombres y mujeres, que se entendía como un juego de salón, era el baile. Los juegos de salón tenían la característica de ser juegos filtrados por las autoridades morales, con un control muy fuerte sobre el comportamiento y con la obligación de enseñar los valores católicos.
Juegos
La corona persiguió los juegos relacionados con apuestas como los naipes y los dados. Sin embargo, estos espacios clandestinos concitaban la mezcla de las clases sociales; era frecuente encontrar, entre las redadas que realizaban las autoridades, a miembros de diversos sectores sociales, participando de juegos en los que se realizaban apuestas.
Otros espacios de juego como los gallos y los toros, fundamentalmente tradiciones hispánicas, van a tener una fuerte presencia en América y se van a mantener aquí con más fuerza que en el viejo continente, van cumplir una función importante de reconocimiento de clases sociales.
Hoy, el espacio del juego continúa siendo un espacio de interacción social pero está mediado por la tecnología; siguen existiendo lugares en los que los niños y jóvenes se encuentran clandestinamente para jugar frente a una pantalla y con la posibilidad de jugar a través de la internet, es cada vez más frecuente participar en juegos con personas de diversos lugares del mundo.