Las libertades, prohibiciones, derechos y deberes de quienes habitaron la América colonial tuvieron estuvieron marcadas por la definición de castas, organizadas según una compleja forma de taxonomización que definió la corona española para estratificar a la población según los cruces que resultaran entre las razas que habitan el territorio.
Los pardos
Este sistema de exclusión empezó a deshacerse con las guerras de Independencia; justamente la necesidad de engrosar las filas de los ejércitos permitió a las castas más bajas hacerse a un nuevo rol que les permitió tener mayor movilidad y ascender socialmente.
Los pardos fueron una de las castas que más aprovechó la posibilidad de ascenso social. En el Nuevo Reino de Granada se comenzaron a formar batallones de pardos desde la segunda mitad del siglo XVII. Estos batallones, que eran comandados por oficiales pardos y criollos, tenían ciertos fueros o privilegios, por ejemplo no podían ser juzgados por cualquier tribunal y eran eximidos de algunos tributos.
Cuando los pardos empezaron a buscar su propio lugar político y social, fueron vistos con recelo por las elites criollas que empezaron a verlos como una amenaza para su proyecto político.
