En los últimos años, las producciones prensadas en vinilo han vivido un auge que se expresa en un aumento en el consumo y la aparición de nuevos títulos. Para Señal Memoria su acervo de discos de vinilo es motivo de orgullo y constante referencia pero ¿qué es un disco de vinilo?
Antes de la revolución industrial del siglo XIX, la memoria de la humanidad reposaba en los libros, la tradición oral, las partituras, los documentos legales y las obras de arte. No existían registros de sonido ni mucho menos imagen en movimiento. En este siglo fue que la humanidad tuvo nuevos registros y archivos a partir de la fotografía, la grabación de sonido y la cinematografía. Sumado esto, se logró la producción en serie; así fue emergiendo la sociedad de la información. Uno de los objetos que surgió de este cúmulo de avances fue el disco, un maravilloso medio para la conservación del sonido, cuya fecha de aparición se remonta al año de 1887 cuando se comercializaban los discos fabricados con ebonita (goma endurecida).
Un poco de historia
El norteamericano Thomas Alva Edison (1847–1931) logró transformar la energía acústica en mecánica y pudo hacer que esta quedara en cilindros recubiertos de cera. Estos, al entrar en contacto con una aguja lectora conectada a un gran amplificador, permitían escuchar sonidos registrados. El problema con los cilindros era su fragilidad y su tamaño. Además, solo se escuchaban una vez y no se podían duplicar.
Fue Emile Berliner (1851-1921) quien superó la invención de Alva Edison. Desarrolló un micrófono de carbón que le vendió a la compañía de teléfonos Bell. El dinero recibido le permitió continuar con su idea para la reproducción sonora: un dispositivo que pudiera leer los registros en discos planos. La máquina que desarrolló se conoció como gramófono. En ella, el registro estaba en un disco, que al entrar en contacto con una aguja, podía ser escuchado repetidamente y no una vez como en la máquina de Edison. El gramófono, impulsado por una manivela, pudo leer discos de vidrio, zinc y plástico. El invento fue mejorado por Elridge Jonson quien introdujo un motor de resorte, reemplazando la manivela.
Corría ya el año 1900, el siglo veinte nacía, y el sonido, el movimiento y la imagen ya tenían una presencia física a través de los formatos que se desarrollaron durante el siglo anterior. Si bien existieron grabaciones de audio que fueron comercializadas en las primeras dos décadas, estas no duraban más de cinco minutos, impidiendo que obras de mayor extensión estuvieran disponibles.
Las primeras grabaciones de artistas populares, como el italiano Enrico Caruso, logradas por Johnson en un estudio de New Jersey, hicieron que más personas compraran estos equipos para sus casas. Poco a poco el disco aparecía en la vida cotidiana y con él la humanidad podía apreciar el sonido sin tener que estar presente el intérprete. Las grabaciones de Caruso se hicieron entre 1904 y 1921 y convirtieron a este cantante en el primer vendedor de canciones. Realizó 260 grabaciones que se comercializaron en discos de 78 revoluciones y sus ventas en todo el globo lo hicieron millonario.
Esas dos primeras décadas también mostraron la evolución de los equipos y de las grabaciones gracias a los desarrollos de inventores como el danés Valdemar Poulsen (1869-1942) y el alemán Fritz Pfeumer (1881 – 1945). Una que marcó un gran cambio fue la desarrollada por el alemán en 1928 con relación a la grabación de sonidos de manera electromagnética, que reemplazó la capa de registro habitual, que consistía en una banda magnética con base de papel, por una banda de plástico recubierta con una capa ferromagnética. Esto permitía obtener una mejor calidad en la grabación.
La unión de los procesos electromecánicos y magnéticos mejoró la reproducción de los discos que, a partir de 1948, comenzaron a fabricarse con vinilo. Los anteriores discos se hacían con diferentes materiales de procedencia metálica y de otros compuestos sintéticos y su gran desventaja era la fragilidad del soporte y el desgaste tras la continua reproducción. Gracias al vinilo esta situación mejoró. Igualmente, el tiempo de grabación en un disco pasó de cuatro minutos a cuarenta y cinco y nació el concepto de Long Play (LP), que superaba al sencillo (single).
Las placas en vinilo han estado disponibles en formatos de 7, 10, 12 y 16 pulgadas, y en velocidades de reproducción de 33, 45 y 78 revoluciones. El formato hace referencia al diámetro del disco y la velocidad de reproducción se refiere a la cantidad de veces que la aguja rota por minuto dentro del disco para hacer la reproducción. En la actualidad, se usan los formatos de 7, 10 y 12 pulgadas y velocidades de 33 y 45. El formato de 16 pulgadas y la velocidad de 78 entraron en desuso en los años cincuenta, cuando los reproductores fonográficos de la época impusieron los nuevos tamaños del disco.
Por más de cuatro décadas, los discos de vinilo fueron la moneda corriente para el consumidor musical. En ellos se tuvieron grabaciones de rock, tango, jazz, salsa, hip hop, cueca, reggae, mariachi, polka, flamenco, pop, metal, música electrónica, bossa nova, música cubana y muchas otras expresiones. Junto a este fenómeno de masificación, afloró también una expresión artística que cobró relevancia para el mercado: el trabajo gráfico en portadas y en insertos. No en vano, en el pasado el Archivo Señal Memoria desarrolló tres exposiciones dedicadas a esta unión entre la música y las portadas que fueron: Nos vemos las carátulas (2010), La tapa del rock (2011) y Carátulas de música clásica (2012).
Con la llegada del disco compacto a comienzos de los ochenta, el vinilo comenzó a perder su espacio en el mercado rápidamente. De ser el rey de los formatos pasó a ser prácticamente invisible en los noventa. En todo el mundo fueron cerradas plantas y las máquinas fueron chatarrizadas o vendidas por partes. Otro duro golpe ocurrió a finales de los noventa y a comienzos del milenio cuando el mercado digital empezó a favorecer la compra y el intercambio de archivos musicales en formatos como MP3, WAV o FLAC para ser reproducidos en computadores, tabletas, teléfonos celulares o discos duros.
Lo que parecía ser la estocada final para el disco de vinilo también venía por parte de los fabricantes de electrodomésticos quienes suprimieron los tocadiscos a comienzos de los noventa y decidieron enfocar sus productos de reproducción de audio hacia los discos compactos y el casete.
Pero en los últimos cinco años, el resurgimiento ha sido destacado en diferentes epicentros culturales. Si las condiciones no han estado a favor para este formato, ¿cómo logra volver al mercado? Son varias las explicaciones que hay detrás.
Hay que tener en cuenta que, si bien los formatos digitales permiten ser archivados fácilmente y tener una disponibilidad rápida para ser reproducidos, no contemplan una gran cantidad de grabaciones que la humanidad realizó entre 1920 y 1990. Por ende, ellas continúan en el disco que las alojó: el vinilo.
Sumémosle, además, las consideraciones que se han hecho alrededor de la música en formatos digitales. Si bien las nuevas generaciones han crecido escuchando música en archivos digitales, últimamente contemplan el disco de vinilo como formato alternativo por su condición análoga. Al respecto, se habla del resurgir de un aprecio por ellos, de la relación objeto-música, del trabajo gráfico de una portada y de la calidad del sonido que un soporte análogo ofrece.
Para el Archivo Señal Memoria, estos discos son un elemento esencial y precioso de su acervo. En él se encuentran 34.000 piezas repartidas en los formatos anteriormente mencionados. La colección comprende música clásica, popular, rock, tradicional colombiana, jazz y otras expresiones. Por más de cuatro décadas, estas formaron parte de la programación de la Radiodifusora Nacional de Colombia y tienen un nuevo lugar en la actualidad, el de una gran colección que hace parte de la memoria sonora.
Con los vinilos crecimos y con los vinilos seguiremos creciendo.