En el taller de escritura de libretos, los estudiantes del colegio Paulo VI conectaron el género de terror con la cruda realidad de nuestro país. Esta es la historia que crearon :
En los años 90, una familia pobre que vivía en Bogotá recibió amenazas de grupos armados y huyó a un pueblo, donde una señora de aspecto misterioso les alquiló una casa. La familia no tenía nada, salvo unos ahorros y la ropa que llevaba puesta, por lo que la señora les dijo que, si le daban un poco más de dinero, podrían usar los muebles que estaban en el sótano. La señora no les dio razón de los antiguos dueños de los muebles, ni les explicó por qué se habían marchado de la casa. Julieta, la hija menor de la familia, bajó al sótano mientras su madre y la señora cerraban el trato. Julieta tenía 8 años y sentía una poderosa atracción por el sótano. Al descender el último escalón, ya no oía las voces de su mamá y la señora. Una cajita de música comenzó a sonar. Julieta caminó a tientas por el sótano buscando la fuente del sonido. A punto estaba de hallarla, cuando la música cesó y una voz fantasmagórica le dijo: ¡Váyanse! Era la voz de la hija menor de la familia que vivía antes en la casa. Quería advertirles a Julieta y a su familia que se marcharan cuanto antes porque los actores armados pronto cometerían una masacre en el pueblo.
Aquí pueden saber más sobre nuestro taller de escritura de libretos para dramatizados radiales: http://bit.ly/1nuqmJ1
En el taller de paisajes sonoros, los estudiantes del colegio Paulo VI buscaron, a través de la escucha, investigar sobre cómo la lluvia cambia la sonoridad de los espacios. Ese día llovió toda la tarde y la primera parte del taller se realizó en uno de los salones, pero después fue necesario llevar sombrilla durante la captura de sonidos.
Uno de los sonidos que hacen parte de la memoria de cualquier estudiante es el sonido de la campana que anuncia el descanso. Casualmente estábamos cerca de esta fuente sonora a la hora del recreo:
Para los estudiantes es sorprendente escuchar su propia voz, las voces de sus compañeros de clase y la de sus docentes. En esta tarde de lluvia, aparte de las voces, fue posible sumergirnos en la escucha de detalles como el sonido del agua al caer o el martilleo que genera el arreglo de un salón.