Debido a su orientación sexual, un estudiante gay sufre el acoso de algunos de sus compañeros de colegio. Un día, en el descanso, se rebela a sus burlas y le dan una golpiza que lo deja en el suelo. Un compañero al que apenas conoce lo ayuda a levantarse. Los acosadores lo ven y le dicen en todo intimidatorio que seguramente él también es gay. En el grupo de acosadores, hay un estudiante que no comparte la homofobia de sus compañeros, pero no se atreve a enfrentarlos.
El gesto de solidaridad del estudiante no pasó desapercibido para otros que sufren el acoso de los matones, bien sea porque son aplicados, bien sea porque son tímidos, lentos para aprender o cualquier otra cosa. Siguiendo su ejemplo, se protegen mutuamente cuando los acosadores entran en acción y poco a poco se fortalecen, animados por su propio valor y por el apoyo del estudiante solidario. Las víctimas otrora sumisas comienzan a encarar a los acosadores, que ya no la tienen tan fácil, no solo porque los supuestos estudiantes débiles ya no callan ni bajan la mirada, sino porque el estudiante inconforme con la homofobia de sus compañeros se rebela y expone argumentos que debilitan la cohesión del grupo.
El líder se queda solo, frente a una oposición que ha crecido, fortalecida por el abandono de los otros acosadores, que han cesado en sus prácticas, y por el repudio generalizado de los estudiantes a su agresividad e intolerancia. Debido a un problema personal, el estudiante solidario debe irse del colegio y su ausencia debilita la espontánea resistencia de sus compañeros al matoneo escolar. El líder de los acosadores está resentido. La oposición que ha encontrado, sumada a la partida del estudiante solidario, lo enardece. Su reacción se hará sentir pronto y la comunidad escolar deberá contrarrestarla para que el matoneo no recupere el terreno perdido en el colegio.
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En el taller de paisaje sonoro los estudiantes del colegio Toberín trabajaron sobre la escucha de algunos espacios que les llamaron particular atención. Después de hablar sobre lo que son los paisajes sonoros y escuchar algunos grabados en otras ciudades, salimos a caminar por los corredores. Así es como suena el colegio:
Este colegio tiene tres pisos construidos alrededor de una cancha que los estudiantes usan para jugar distintos deportes. Como visualmente es el espacio central, fue el lugar donde se capturó la primera sonoridad.
Partido de baloncesto
Más adelante, con el fin de escuchar la propia voz, las voces de los otros y de fomentar el deleite por la escucha atenta nos sumergimos en los detalles. A un lado de la cancha, encontramos a un grupo de estudiantes jugando a “la monedita” o “el huequito”. El juego consiste en hacer huecos en la tierra y lanzar monedas. Para saber jugar, vale la pena escuchar:
Buscando sonidos poco convencionales, sonidos con alguna característica especial, una de las estudiantes propuso ir al baño de mujeres. Para todos los que siempre han querido saber qué pasa en el interior del baño de niñas...este audio:
