Mujeres guerreras
La actitud de los seres humanos es determinada por momentos y contextos determinados. Es decir, los roles sociales determinados por creencias religiosas o imposiciones sociales que derivan en jerarquías pueden verse afectados por acontecimientos o fenómenos complejos. Olivier Grojean (2013), dentro de sus investigaciones, introduce este cambio brusco y drástico en las relaciones sociales producidas en la guerra (p.21). En escenarios carentes de agencias o instituciones que garanticen la seguridad de la población, cualquier individuo buscará la forma de defender su territorio y su familia. Por eso, en casos de guerra, se aprecian mujeres que tomaron las armas y formaron partes de grupos armados como resistencias, guerrillas y grupos terroristas. Pero el ingreso reconocido por leyes y socialmente aceptado de mujeres militares (FFMM) es un fenómeno que se está volviendo más recurrente.
Por lo general, los ejércitos han sido conformados principalmente por hombres por diversos asuntos que hay que estudiarse detalladamente, pero se pueden nombrar generalidades: a nivel físico, los hombres tienden a resistir mejor los golpes propiciados por un agente externo y/o mayor resistencia en el mediano largo plazo en caso de combates prolongados. Por otra parte, el rol militar simboliza un estatus de poder y fuerza que suele estar relacionado con los hombres. Por eso, los casos de sociedades patriarcales que imponían roles sociales que prohibían la participación directa de la mujer en los ejércitos son una tendencia corriente a escala global.
Sin embargo, las guerras y conflictos contemporáneos han aumentado la participación y/o victimización de los civiles. Antes, dos o más ejércitos se enfrentaban en un campo de batalla o sitiaban una ciudad. Sin embargo, la concentración de poderes políticos y económicos en grandes ciudades ha derivado en que las batallas y los enfrentamientos se centren en centros urbanos densamente poblados por civiles. Además, los roles sociales se han flexibilizado y permitido a las mujeres ejercer cargos que anteriormente eran limitados a los hombres, entre los que se encuentran las carreras militares. Por otra parte, esto también condujo a un aumento de mujeres que incorporaron en la fila de grupos guerrilleros y/o grupos terroristas.
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Efectivamente, el impacto de las guerras mundiales y las guerras irregulares han hecho que las mujeres sean aceptadas en las filas de las Fuerzas Militares. Aunque se pueden mencionar casos aislados, las soldados rusas del Ejército de la Unión Soviética que participaron en campañas terrestres y aéreas durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) están bien documentadas. En otros países europeos, ya se veían mujeres uniformadas como militares, pero conservaban un rol de apoyo o de médicas de campaña.
El caso colombiano
Parte de la historiografía colombiana menciona que hubo eventos importantes como la revuelta de los comuneros y las guerras de independencia que registraron la participación de las mujeres. Algunas de ellas participaron activamente como Manuela Beltrán y María Antonia Santos Plata.
Tras haber obtenido la independencia de España, el nuevo estado bautizado República de Colombia (o la Gran Colombia) solo permitía que los hombres hicieran la carrera militar. Cabe mencionar que hubo un caso particular durante la guerra colombo-peruana (1932-1933): Clara Elisa Narváez de Arteaga, mejor conocida como la "cabo Pedro", se vistió de militar y llegó en barco hasta el frente de batalla. No obstante, este es un caso aislado que no influenció de ninguna manera la posibilidad de las mujeres en ingresar a las FFMM en ese momento.
A continuación, vemos un documento audiovisual que muestra la vida en una base militar colombiana en Cunin, Popayán, en la década de los cincuenta del siglo XX. Se evidencia que, en ese momento, no había mujeres legalmente reconocidas como militares porque ni el contexto político-social había generado espacios para que esto sucediera o la existencia de un grupo que presionara para hacerse posible.
F35mm-851098. Colombia al día : 1956-1958. (1956). Noticias de Colombia y el mundo : [Cuartel modelo]. Dirección Nacional de Información y Prensa (DINAPE), Archivo Señal Memoria, F35mm-851098.
La incorporación legal de mujeres solo llegaría hasta 1976, cuando el Ejército autorizó a un grupo de profesionales entrar a trabajar, pero no hacían maniobras de combate y ejercieron una comandancia. En 1977, aconteció lo mismo en la Policía Nacional. Después, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) hizo lo mismo para 1979 y la Armada hasta 1996.
Para los años noventa, las mujeres podían ejercer cargos administrativos importantes. No obstante, su participación en operaciones y cursar por las escuelas de infantería, caballería o artillería era algo que todavía no podían hacer. Pero podían iniciar su carrera como oficiales y suboficiales de las FFMM, cuestión que les permitió ascender a grados y puestos de gran importancia en alguna institución.
DV-261136. Martínez Pineda, Aida (realizadora). (2010). Derechos humanos, compromiso de la fuerza pública : [Formación de las mujeres en la fuerza pública]. RTVC Sistema de Medios Públicos ; Ministerio de Defensa Nacional. Archivo Señal Memoria, DV-261136
La Policía Nacional fue la primera institución en ascender a una mujer al grado de general: Luz Marina Bustos se volvió la primera general no solamente de la institución, sino de la historia de Colombia. Le siguieron Juliette Kure, la primera comandante de la Escuela de Cadetes General Santander y Sandra Hernández, la primera comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.
A la fecha de este documento, María Paulina Leguizamón, Clara Esperanza Galvis, Luz Adriana Tabares Trujillo han llegado al grado de general. Por su parte, la Armada recientemente nombró a Carolina Gómez del Castillo y Beatriz Helena García Restrepo como las primeras almirantes mujeres en la historia de Colombia.
Seguidamente, ya hay mujeres ejerciendo la voz de mando en unidades educativas y operativas de combate. Además, hay bastantes mujeres que han alcanzado el grado de sargento mayor, lo más alto que puede llegar un o una suboficial. En la actualidad, hay mujeres cursando cursos que las llevarían directamente de batalla y hay varias mujeres que han participado en operaciones de inteligencia como lo fue la conocida Operación Jaque (2008).
El recorrido de las mujeres en las fuerzas militares colombianas las ha hecho cada vez más partícipes. Tal vez, algún día, una mujer alcance no solamente la presidencia, sino también el cargo de comandante de alguna de las tres fuerzas o, incluso, ser comandante de las Fuerzas Militares de Colombia. Solo el tiempo lo dirá.