(…) se hablaba con misterio del Anticristo, que así llamaban a Napoleón…
Espinosa, José María. Memorias de un abanderado:
Napoleón Bonaparte (1769-1821) es, sin duda alguna, una de las figuras más significativas del siglo XIX. Emperador de los franceses los 35 años, Napoleón buscó hacer de Francia una gran nación. Ello se tradujo en acciones de corte administrativo que bien le dieron identidad y peso a la sociedad francesa, como por ejemplo la fundación de colegios y universidades públicas. Sin embargo esto no fue suficiente para él y quiso extender su influencia en toda Europa.
En 1808 Napoleón, hijo de la Revolución Francesa y abanderado de la separación entre Estado e Iglesia, envió a sus tropas a la católica España con la supuesta intención de pasar a Portugal. Sin embargo, su intención no era otra que hacer de España parte de su imperio. Napoleón logró la abdicación del rey Fernando VII, a quien llevó a un plácido secuestro a la ciudad de Bailén. Tras ello coronó a sus propio hermano José Bonaparte rey de España y de las Indias.
La invasión de Napoleón a España y la abdicación de Fernando desataron la resistencia del pueblo español y la consecuente represión de las fuerzas francesas. Represión que usó métodos de terror y persecución que luego los españoles replicarían en nuestras tierras con el proceso de reconquista que lideró el general Pablo Morillo.
La España católica, que tanto en la península como en sus colonias tenía a los curas como principales líderes de opinión vio aparecer la figura de Napoleón como la de un anticristo. Un panfleto que inundó las calles de Andalucía, lo comparaba con la bestia de siete cabezas y diez cuernos del Apocalipsis. A su vez, según testimonios de la época, párrocos de las iglesias de la Nueva Granada, más cercanos al poder español que a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, proclamaban desde el púlpito la adhesión al rey secuestrado y el rechazo al invasor francés.
Los criollos vivieron una gran confusión, pues el vacío de poder que dejó el secuestro de Fernando VII podía ser llenado con la figura de Napoleón. Unos preferían el yugo español al yugo francés. Otros, en cambio encontraron que éste era, sin lugar a equívocos, el momento ideal para liberarse de España.
Aquel Anticristo que invadió la madre Patria, pronto se vio cercado por las guerrillas que conformó la resistencia española, pero especialmente por el apoyo que la península recibió de parte de los ingleses, con el duque de Wellington a la cabeza. El hambre, la desolación y la muerte que trajo este pequeño gran hombre tuvieron fin con la batalla de Vitoria (junio de 1813). Ello facilitó el retorno del Fernando VII y con él, lo planes de reconquista del territorio americano.
Napoleón, el anticristo