No hay redención para El hombre deshabitado, radioteatro conservado en la Fonoteca | Señal Memoria

Publicado el Mar, 05/08/2014 - 02:59
No hay redención para El hombre deshabitado, radioteatro conservado en la Fonoteca

La antigua Radiodifusora Nacional de Colombia presentó una adaptación radioteatral de El hombre deshabitado, auto en un prólogo, un acto y un epílogo, del poeta español Rafael Alberti. Que la obra sea un auto significa que es de índole religiosa y, sin embargo, El hombre deshabitado no lo es o lo es de una manera poco ortodoxa. La representación de autos se remonta, por lo menos, al siglo XVI; este género teatral floreció en España y halló su máxima expresión en la obra de Calderón de la Barca. Los autos son piezas breves que tratan sobre la vida de Cristo o sobre la eucaristía, sacramento por el cual los católicos reciben el cuerpo y la sangre de Cristo y una gracia que anticipa la que habrán de disfrutar en el Reino de Dios. Según la Biblia, esa condición bienaventurada fue suya cuando sus primeros padres moraban en el Jardín del Edén, pero la perdieron cuando Adán y Eva probaron el fruto prohibido. Desde entonces, su descendencia está expuesta al pecado y condenada a la muerte. El hombre deshabitado reinterpreta esta historia y la esperanza de la redención.

Si la eucaristía redime temporalmente a la humanidad y fija sus ojos en la gracia venidera, en la obra de Alberti, estrenada en Madrid en 1931, esa promesa de redención se cambia por la de un perpetuo crimen. Una de las características del auto sacramental es que sus personajes son símbolos, no seres de carne y hueso. La obra empieza en un paraje urbano desolado y oscuro que recuerda una calle a la que la ciudad ha dado la espalda. El hombre deshabitado emerge de una alcantarilla y, al momento, se encuentra con su creador, El vigilante nocturno, que, luego de revelarle que él es uno más de los hombres y mujeres deshabitados que transitan por las calles de las ciudades del mundo, le devuelve su alma.

En la obra de Alberti, la dualidad alma-cuerpo difiere de la del catecismo de la Iglesia Católica. Este le atribuye al alma facultades espirituales superiores que dominan el cuerpo, proclive al caos. En cambio, el alma que el creador le restituye al hombre deshabitado está como muerta. No hay en ella ni pizca de emoción, hasta que el creador le abre las ventanas de los cinco sentidos y, entonces, el alma comienza a experimentar una especie de vértigo que le hace desear más olores, más visiones, más sonidos. Los sentidos tornan preciosa y estimulante la vida. Sin ellos, el alma es como un espectro sin sustancia. La obra de Alberti rinde un tributo a los sentidos, a la exaltación que provocan, a las promesas que nos hacen.

El creador despierta el tacto del hombre poniendo en sus manos a la mujer que será su esposa. Y luego, los envía con dinero de sobra a un lugar idílico que semeja el paraíso, en donde el hombre y la mujer disfrutan de los placeres que les brindan los cinco sentidos y llevan una vida dichosa hasta que aparece la Tentación, una mujer hermosísima por la que el hombre pierde la cabeza, pese a que se resiste. Deseando expandir los alcances de sus sentidos en el disfrute del cuerpo de la recién llegada, asesina a su esposa. Y luego muere. En vez de prometerle redención, su creador lo envía al fondo de la alcantarilla de la que emergió, diciéndole que cometerá una y otra vez el mismo crimen y que no le revelará las razones de su proceder porque en él todo es secreto y sus "juicios son un abismo profundo".

La oscuridad y la desolación del comienzo de la obra de Alberti están presentes en su versión radioteatral gracias a la reverberación de las voces y a la lentitud y el aire misterioso de la música. Gonzalo Vera Quintana dirigió y musicalizó la obra e hizo el papel de El vigilante nocturno. Su interpretación es una de las más sobresalientes del radioteatro debido a la firmeza y autoridad que imprimió a la voz del personaje. De acuerdo con la ficha técnica del radioteatro, El hombre deshabitado se grabó el 17 de julio de 1955. La obra está en la Fonoteca de Señal Memoria identificada con los códigos CD009525 y CD009526 y se puede escuchar en el catálogo virtual.

 


Carlos Fernández
 

 

Fecha de publicación original Mar, 05/08/2014 - 02:59