Para quienes le conocieron, su amplio conocimiento vino, como en muchos casos de la intelectualidad colombiana, de su vocación latinista, de su espíritu autodidacta y de la capacidad permanente de actualizarse en conocimientos. Cuentan quienes le conocieron que su curiosidad, que era ilimitada, fue lo que le permitió adentrarse en el radioteatro. Así mismo, su amplio conocimiento musical (entre otras cosas tocaba el piano), le permitió incorporar de manera espontánea el ritmo, como elemento estético reconocible en sus obras.
De otra parte, no es difícil encontrar escritos de su autoría en los que dejó plasmado un concepto que bien puede decirse que es de su autoría: la tridimensionalidad del radioteatro. Esto consistió en la creación de una textura sonora que bien puede calcar la realidad tal como la perciben los seres humanos, a partir de la fuerza del sonido y utilizando su registro (registro de voz, música y efectos) en distintos planos. A pesar de lo precario que podría resultar para nosotros el sonido de los años cuarenta o cincuenta, es posible percibir la intención y el legado de Romero Lozano en este aspecto técnico. La tridimensionalidad de aquel entonces sorprendió a los oyentes, tanto así que la prensa la destacó en múltiples ocasiones. Esa era la magia de la radio: hacer visible lo invisible con el poder del sonido y gracias al trabajo de Romero Lozano, con la técnica de la tridimensionalidad.