Philips holandés, la radio antigua se mezcla con el presente | Señal Memoria

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Publicado el Vie, 27/09/2013 - 02:59
Philips holandés, la radio antigua se mezcla con el presente
 
La gente pasaba de largo delante de un radio Zenith que emitía música y voces que reconstruían el sonido de la radio bogotana de la década del treinta del siglo XX. El Zenith es el protagonista de una obra sonora llamada Philips holandés. Algunos peatones le dispensaban al aparato un gesto de curiosidad sin dejar de caminar. Parecían preguntarse qué era eso. Una pregunta fugaz. Otros se detenían, miraban y seguían. Unos pocos, muy pocos, se quedaban un rato junto al radio, oyendo y reconociendo lo que oían. Philips holandés consta de un carrito de ruedas con manija, de una caja de madera, de un viejo Zenith y de un parasol y un par de sillas sin espaldar.
 
Desde las once y media de la mañana hasta las tres de la tarde, la obra transitó por el centro de Bogotá de la mano de sus creadores siguiendo una ruta marcada por la radio. Philips holandés arribó a lugares en cuyas inmediaciones funcionaron las primeras emisoras de radio bogotanas. En cada lugar, Camila Echeverría y Eduardo Cote, creadores de la obra, desplegaban las sillas y el parasol, acomodaban el Zenith en lo alto del carrito y observaban cómo reaccionaba la gente a la música y las voces llenas de lluvia y scratches que salían del aparato. En cada parada, el radio emitía una programación que correspondía al sonido particular de cada emisora.
 
Veinte minutos permanecía Philips holandés en cada sitio antes de reemprender la marcha. La obra partió de la Plaza de las Nieves, en donde funcionó una emisora llamada Radio Cristal, nombre que en algún momento derivó a Radio Cristóbal Colón. La segunda escala de la obra fue la intersección de la Avenida Jiménez con carrera séptima, la esquina donde fue asesinado el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán. Ninguna emisora funcionó en ese sitio, pero la radio es inseparable de la memoria de ese 9 de abril, tanto porque a través de ella se difundió la noticia, como porque sus exaltados locutores desempeñaron un papel significativo en la conmoción pública que siguió al crimen. La tercera escala de Philips holandés fue a media calle de donde cayó Gaitán, en un callejón que parte de la adoquinada Calle de la Armería y desemboca en la Jiménez.  Aquí, en la calle 14, abajo de la carrera séptima, funcionó La Voz de Colombia.
 
 
 
Veinte minutos después, Philips holandés se dirigió a su cuarta escala, el Palacio Liévano, frente a la Plaza de Bolívar,  en donde en tiempos estuvo la Voz de la Víctor, una emisora que, además de hablarle a su audiencia por los aparatos de radio, se volcaba hacia ella por medio de unos parlantes que, según nos cuentan Camila y Eduardo, se instalaban en una orilla de la Plaza para que la gente pudiera oír óperas y dramatizados radiales.
 
Atravesamos la plaza para llegar a la quinta estación de Philips holandés. Si desde el Palacio Liévano mirábamos la Catedral Primada y los cerros orientales, ahora vemos el Palacio y damos la espalda a la montaña. Y oímos la música que sale del Zenith y rememora el estilo de la HJN, primera emisora de Bogotá, especializada en música brillante, que, nos aclara Camila, hoy podríamos llamar clásica.
 
 
 
El Zenith de Philips holandés tuvo un momento estelar en este recorrido. En cierto momento, Camila y Eduardo lo pusieron debajo de las placas conmemorativas del asesinato de Gaitán  y entonces el radio adquirió otra vida, su presencia como que cobró plenitud. Al Zenith se le vio más prestante. Parecía pez en el agua emitiendo voces radiales de la tarde del 9 de abril de 1948 debajo de placas que informan con letras de molde que en ese lugar cayó el caudillo. Fue como si hubiera revelado un potencial insospechado. Desde entonces, lo miré con otros ojos. La gente también lo miraba, no solo en esa esquina, sino en cada estación, y dejaba ver que el aparato y su sonido le llamaba la atención, pero casi nadie se paraba a preguntar. Habrá sido por prevención o por afán.
 
A nosotros, a quienes obsequió este trayecto, la obra nos dio un centro de Bogotá que, de otro modo, rara vez experimentaríamos. Camila y Eduardo en calidad de creadores y animadores de la obra, Sandro Boris Sánchez y yo, en calidad de fotógrafo y cronista respectivamente, debíamos seguir a Philips holandés en sus desplazamientos y permanecer cerca de ella en cada estación. Oímos radio antigua, jugamos a transitar entre tiempos, vimos cambiar la luz del sol y el color de la piedra de los edificios y sentimos reposo en una ciudad que anda de prisa.
 
Los invitamos a oír una descripción de la obra y dos escalas del trayecto que siguió Philips holandés el 24 de septiembre:
 
La obra Philips holandés presentada por sus creadores (6' 24'')
 
 
 
Primera estación, Plaza de las Nieves (4' 37'')
 
 
 
 Segunda estación, donde cayó Gaitán (9' 06'') 
 
 
señores
 
 
 
 
 
 
 
Fecha de publicación original Vie, 27/09/2013 - 02:59