Publicado el Lun, 19/05/2014 - 13:35
Primeras composiciones de los estudiantes en el proyecto Memoria Sonora Escolar
En una sesión de tres horas y media, el taller explora cómo los sonidos bosquejan personajes y crean atmósferas, emociones y situaciones con las cuales construir dramatizados radiales. Para ello, el conductor del taller invita a los estudiantes a cerrar los ojos y escuchar los sonidos que él mismo produce con piedras, botellas de plástico, radiografías, tablas, papeles, puertas y bisagras, entre otras cosas. Aunque los sonidos se producen con objetos físicos, también podrían provenir del universo digital. Lo aprendido en la sesión de trabajo se puede aplicar tanto en el mundo de los objetos como en el de los sonidos pregrabados o editados. El taller explora cuánto podemos narrar con el sonido y se pregunta en qué momento es necesario incluir la palabra para clarificar el sentido de las composiciones sonoras.
Antes de empezar, el conductor del taller les explica a los estudiantes que el ejercicio no consiste en adivinar qué objeto suena, sino en permitir que el sonido cree en ellos imágenes y sensaciones. Luego de presentar el sonido de cada objeto, pregunta: ¿a qué les sonó esto? y en el salón del taller se despliega una rica serie de respuestas. Si el conductor del taller hace sonar piedras, no es raro que los estudiantes digan que oyeron un oleaje, una cascada o el chorro de agua de la ducha, y que imaginaron una playa. Al hacer chirriar una puerta de metal, algunos escuchan ballenas, otros un columpio y otros un músico que ensaya con un instrumento desafinado.
Mientras más raras sean las evocaciones e imágenes que producen los sonidos, tanto mejor, porque uno de los objetivos del taller es despertar en los participantes el deseo de narrar desde perspectivas inusuales, que podrían no revelarse cuando se crean historias con el solo recurso de la escritura. Por ejemplo, cuando el conductor del taller manipula un rollo de cinta pegante, algunos estudiantes oyen a alguien masticar, no a la distancia, sino desde dentro de la boca misma de quien come. El trabajo con el sonido posibilita puntos de escucha y suscita imágenes poco comunes que podrían enriquecer la narración de historias.
Después de que el conductor del taller presenta una serie de sonidos individuales a los estudiantes, ellos conforman grupos y crean piezas combinando distintos sonidos. Luego se las exponen a sus compañeros para ver a qué les suenan. Publicamos aquí algunas de esas piezas y les hacemos a ustedes la misma pregunta: ¿a qué les suenan?
Colegio Toberín (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 13 a 17 de años de edad
Colegio Pablo de Tarso (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 7 a 12 años de edad
Colegio Gustavo Rojas Pinilla (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Colegio Saludcoop Sur (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Colegio Paulo VI (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Colegio Álvaro Gómez Hurtado (I.E.D.), pieza 1, compuesta por estudiantes de 7 a 12 años de edad
Colegio Álvaro Gómez Hurtado (I.E.D.), pieza 2, compuesta por estudiantes de 7 a 12 años de edad
Colegio La Victoria (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 7 a 12 años de edad
Colegio Nicolás Gómez Dávila (I.E.D.), pieza 1, compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Colegio Nicolás Gómez Dávila (I.E.D.), pieza 2, compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Colegio Francisco de Paula Santander (I.E.D.), pieza compuesta por estudiantes de 13 a 17 años de edad
Fecha de publicación original Lun, 19/05/2014 - 13:35