Pueblos colombianos, nombres raros | Señal Memoria

Nombres curiosos de pueblos colombianos
Publicado el Mar, 30/08/2022 - 08:00 CULTURA Y SOCIEDAD
Nombres curiosos de pueblos colombianos

Distracción, Ponedera, Mesitas del Colegio, El Bagre, Paratebueno, La Jagua de Ibirico, La Tebaida, Lejanías, Contratación, Planeta Rica… nombres que llaman la atención de cualquiera a la hora de ver el mapa o las señales en la carretera. La historia de numerosos pueblos, ligada a la espontaneidad de su poblamiento, a las anécdotas de su colonización o a la sencillez del lenguaje de sus primeros habitantes, nos ha dejado algunos nombres tan sonoros como memorables. De algunos ejemplos de esas historias queremos hablar hoy, pues se trata de una riqueza cultural tan valiosa como cualquier otra.


 

Aguirre, A. (director). (1996). El bus, capítulo 55: Un planeta de otro mundo. Colombia: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 008363 CLIP 1

 

Hay nombres de pueblos grandilocuentes, algunos enigmáticos y otros divertidos. Su sentido puede ser ambiguo o su pronunciación musical. La razón habría que rastrearla en unas culturas diversas que, al integrarse, cambiaban el sentido de las palabras. También sucede que hubo espacios que cambiaron su destino, pues pasaron de ser refugios animales, despensas, caminos o haciendas y se convirtieron en centros poblados, conservando en sus nombres algo de aquel pasado. Fue en la época de la Colonia cuando esas cosas comenzaron, cuando la castellanización de voces indígenas dejó nombres enredados cuyo significado se ha extraviado o reinventado (Tamalameque, Bucaramanga, Chiquinquirá, Titiribí) o cuando los españoles usaban sus términos para adaptar los que les resultaban impronunciables (como Cantagallo en el sur de Bolívar que, según la tradición, viene del cacique local Huacagallo). También está la evocación de nombres que el tiempo olvidó, como La Jagua de Ibirico, en Cesar, que suma el árbol que más crece en el municipio con el esquivo apellido de quien al parecer fundó el pueblo.

Así ha sido el origen de algunos municipios cuya antigüedad se puede rastrear en aquellos siglos de dominación española. Dicen que a orillas del Ranchería un conquistador en el siglo XVI decidió construir su casa de descanso, donde se retiraba de sus labores y que por eso la llamó Distracción, dando nombre a lo que hoy es un municipio de La Guajira. Otros colonos, ahora mestizos y mulatos, llegaron a una playa en el río Magdalena donde iguanas y tortugas ponían sus huevos, llamando Ponedera a su pueblo, en Atlántico. Mesitas del Colegio, en Cundinamarca, no es un salón de clases, sino las elevaciones sobre las que existió una hacienda de los frailes dominicos y su Colegio de Nuestra Señora del Rosario. Los pescadores del Bajo Cauca que surtían las minas de oro de Zaragoza, en Antioquia, llamaron con justicia a su caserío El Bagre, el mismo que cuatro siglos después no se rinde…

 

Rodríguez, A. (dirección). Aquí somos así: La Tebaida. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, BTCX30 018360

 

Nombres de la República: comerciantes y colonos

Luego de la Independencia, las libertades económicas y el aumento de población hicieron que la colonización campesina fuera más extendida y frecuente, lo cual nos dejó nombres que recuerdan esas gestas. Los campesinos que en Santander extraían la quina, un árbol cuyas ramas medicinales sostuvieron por años las exportaciones del país, vendían su producción a los comerciantes en un valle que la costumbre llamó Contratación. Más al norte, a orillas del San Jorge, colonos parecidos sacaron quina y caucho de una planicie que llamaron “la planeta”, cuya prosperidad le dio el nombre de Planeta Rica, hoy en Córdoba. Por su parte, la epopeya de los colonos antioqueños dejó al Quindío lleno de fincas inspiradas en nombres sacados de la Biblia o de la Antigüedad clásica: Circasia, Armenia, El Edén… y al lado de ellos, unos colonos se inspiraron en La Tebaida, la obra del poeta romano Estacio que narra una de las guerras más célebres de la mitología griega. Y es que la colonización ha dado hasta para bautizar municipios con acrónimos: en Norte de Santander existe Ragonvalia, nombre en homenaje al presidente Ramón González Valencia.

La mitad del siglo XX, con sus trágicas historias de violencia y desplazamiento, también supo poner a prueba la creatividad de los colombianos. Esos mismos años que engendraron literatura, pintura, música y cine, también dejaron nombres de pueblos. Al lado de los colonos del Llano que recordaban su filiación política en Puerto López, Puerto Lleras, Puerto Gaitán y La Uribe, están quienes ocuparon el piedemonte en una vieja hacienda llamada Paratebueno. Años después, otros migraron más al sur, en una odisea que implicó atravesar tres ríos caudalosos y la muerte trágica de algunos de ellos. Luego fundaron Lejanías, que no podía llamarse de otro modo.

 

Aguirre, A. (director). Cundinamarca documental: En la linda tierra llana. Colombia: Inravisión - Gobernación de Cundinamarca. Archivo Señal Memoria, UMT 205851 CLIP 2

 

Así, pues, la riqueza cultural de Colombia no solo se vive en la música, la arqueología, la literatura o la gastronomía, por mencionar solo algunas áreas. La riqueza del país también está en sus topónimos, con sus huellas de la diversidad lingüística, de su tradición oral o de las estrategias de supervivencia y renacimiento que por siglos hemos emprendido sus habitantes. Recordémoslo cada vez que veamos esos nombres en la carretera.

 


Autor: Felipe Arias Escobar

 

logomintic

Fecha de publicación original Mar, 30/08/2022 - 08:00

Etiquetas