El 18 de febrero de 1546 nació en Eisleben, Alemania, Martín Lutero. Son más de 500 años de la reforma religiosa que inició con este monje clavando sus 95 tesis en la catedral de Wittenberg. Este hecho fue un punto de quiebre en la historia, la sociedad, la economía y por supuesto, en las artes europeas.
En el Archivo Señal Memoria encontramos una versión de la Quinta sinfonía de Felix Mendelssohn, en la que se sintetiza perfectamente esa mezcla entre protestantismo y música clásica. La dirección está a cargo de Herbert von Karajan, quien grabó en 1971 todas las sinfonías de Felix Mendelssohn.
Como recomendación general: no se necesitan ni cultos a ningún dios monoteísta, ni oraciones, ni cantos en latín para adentrarse en esta sinfonía. Esto es básicamente, si lo hablamos desde el punto de vista turístico, como admirar la catedral, pero no tener que rezar. Sólo apreciación de la música, sin necesidad de tener fe.
Para comenzar, la quinta sinfonía de Mendelssohn tuvo una inspiración religiosa y un propósito relacionado con la historia del proceso de reforma comenzado en 1517. Fue compuesta para conmemorar los 300 años de las Confesiones de Augsburgo. Este fue el hecho con el que se oficializaron los principios del luteranismo, redactados en 1530.
Para su quinta sinfonía el compositor usó dos temas musicales de corte religioso: el “Amén de Dresde” y el himno “Castillo fuerte es nuestro Dios” (Ein feste Burg ist unser Gott, en alemán) y los adaptó a la música orquestal del siglo XIX.
El “Amén de Dresde”
Esta fue la primera obra que utilizó Mendelssohn para darle ese carácter religioso e introspectivo a su quinta sinfonía. Es una breve obra conformada por una secuencia de 6 notas musicales. Fue creada en la ciudad de Dresde por Johann Gottlieb Naumann a fines del siglo XVIII. De ahí que el nombre de la ciudad se incluya en la forma en que se denomina esta obra. Desde que surgió, el “Amen” se convirtió en el gran hit religioso del momento. Su melodía se cantó por igual en las iglesias católicas y protestantes. En la sinfonía de Mendelssohn suena de esta forma:
Mendelssohn - I Movimiento - Karajan
Ahora bien, otros compositores del siglo XIX y XX como Richard Wagner, Anton Bruckner y Alexandr Scriabin, entre otros, también incluyeron en sus obras esta melodía tan popular como una forma de simbolizar lo sagrado y la redención. Tal vez el uso más famoso aparte de Mendelssohn lo constituye el comienzo de la ópera Parsifal.
Wagner - Parsifal - Preludio - Knappertsbusch
“Ein feste Burg ist unser Gott”
Este himno que se titula en español “Castillo fuerte es nuestro Dios” fue escrito por el mismo Martin Lutero con ayuda del compositor y cantor Johann Walter. Hasta la actualidad ha sido uno de los himnos favoritos de la tradición luterana. Según el escritor del siglo XIX Heinrich Heine, lo que es para los franceses La Marsellesa es esta obra para los luteranos. Esta obra musical tiene estrecha relación con los acontecimientos del contexto y la tradición donde surgió, razón por la que se ha ganado su puesto en la historia. En la Sinfonía “La Reforma” este himno suena así:
Mendelssohn - IV Movimiento - Karajan
Al ser tan importante, otros compositores también han usado esta obra para sus composiciones. Por ejemplo Giacomo Meyerbeer en su ópera Los Hugonotes o Richard Strauss en Friedenstag (El día de la paz) y en el religioso Johann Sebastian Bach en su cantata BWV 80.
Bach Cantata BWV 80 “Ein feste Burg ist unser Gott
¿Qué pasó con la Sinfonía La Reforma?
Mendelssohn desafortunadamente no pudo estrenar la obra en el momento que se requería. Cayó enfermo y sólo dos años después se pudo interpretar. Después de esto y tras la muerte del compositor, tuvieron que pasar 30 años para que la obra se volviera a interpretar. Si bien no es una de las sinfonías más populares de Mendelssohn, es una obra que se interpreta y graba con alguna frecuencia después de la segunda mitad del siglo XX.
¿Y los aportes de la Reforma a la música occidental?
Para la música litúrgica la Reforma de Lutero significó un gran cambio en varios aspectos. Trajo puntos de vista diferentes en la música destinada al culto a Dios. El principal fue la participación de los fieles en el canto religioso. En los primeros años de la cristiandad (estamos hablando del siglo primero después de Cristo), los fieles intervienen en el culto, en cuanto al aspecto musical se refiere.
Con el paso de los años, esta labor se reservó a sacerdotes o a músicos profesionales. En la reforma se volvió al estado anterior. Lutero quiso que los fieles intervinieran, lo que trajo además una simplificación de la música para que fuera más accesible a todos los intérpretes. Y aún más importante, la traducción de los textos eclesiásticos a la lengua vernácula, en este caso, al alemán. Se le quitó la importancia al intermediario y ahora el culto era más una experiencia entre el fiel y Dios.