En los años cuarenta la radio colombiana llegó a su mayoría de edad. Entre los diferentes signos de un medio que para entonces alcanzaba su masificación y un desarrollo tecnológico y empresarial inédito, en 1947 apareció Radio Sutatenza, una iniciativa del sacerdote José Joaquín Salcedo para poner la radio al servicio de la educación rural y de la obra social de la Iglesia católica. En las siguientes cuatro décadas el proyecto se convertiría en una de las instituciones más extendidas e influyentes del país.
Salcedo, José Joaquín (orador). (1956). Discurso en el Salón Rojo del Hotel Tequendama en el homenaje a las Escuelas Radiofónicas. Colombia, Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD008655-01
Una unión de la Iglesia, la radio y la modernidad
En 1947 José Joaquín Salcedo (1921-1994) acababa de ordenarse como sacerdote. El 23 de agosto llegó en calidad de párroco al municipio de Sutatenza, en su natal Boyacá, donde dos meses después decidió fundar Radio Sutatenza, una emisora dirigida a los campesinos de la región, con el fin de utilizar este medio de comunicación en la tarea de alfabetización. El modelo, a pesar de los equipos rudimentarios y su alcance limitado, fue tan exitoso que al año siguiente inició su extensión al resto de un país donde el 60 por ciento de la población era rural y donde la tercera parte de los adultos no sabían leer ni escribir. La idea respondía a las urgencias de un país que recién se insertaba de manera plena en el capitalismo y cuyas desigualdades sociales y económicas no estaban disminuyendo con la suficiente rapidez.
Eran los años cuarenta una época en la que la industrialización en Colombia se aceleraba. La agenda social y la economía miraban más en dirección a las crecientes masas urbanas, desatendiendo un campo que pronto sumaría al problema los estragos de la violencia bipartidista y la aplazada reforma agraria. Pero también se trataba de una era en la que una novedad tecnológica, aparecida veinte años atrás, demostraba su poder. Para entonces la radio ya no era el experimento de unos cuantos aventureros esparcidos en las ciudades, sino un medio de alcance masivo, cooptado por el Estado y los grandes grupos económicos y que, además, muy pronto diversificó su oferta. A estos impulsos respondía la iniciativa del padre Salcedo y el apoyo decisivo de la Iglesia colombiana al transformar su proyecto de Sutatenza en las Escuelas Radiofónicas, nombre de la red de emisoras que se extendieron a lo largo y ancho del país, y luego en la Acción Cultural Popular (ACPO), cuando se transformó en un programa integral de capacitación al campesino.
Radiotelevisora Nacional. (1962). Entrega de cartillas de alfabetización de las Escuelas Radiofónicas. Colombia, Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD008467-01
De Sutatenza al Vaticano
La aventura de Radio Sutatenza comenzó con un rudimentario transmisor que había construido poco antes en el noviciado jesuita de Santa Rosa de Viterbo. Pronto logró aumentar su potencia y expandirse por el país, a lo cual ayudó la distribución gratuita de miles de radios fabricados por General Electric y Phillips, en los que solo podía sintonizarse la señal de las Escuelas Radiofónicas. En los años cincuenta el proyecto contó con grandes aliados: el gobierno militar de Rojas Pinilla, que financió buena parte de su expansión, y el apoyo de la jerarquía eclesiástica de los arzobispos Crisanto Luque y Luis Concha Córdoba. Por entonces la labor de ACPO también incluía la impresión de cartillas y la capacitación de instructores y líderes campesinos. Como parte de ese desarrollo, en 1958 se empezó a editar el semanario El Campesino y en 1960 se construyó un transmisor de 50 kilovatios.
En los años sesenta la expansión vino de la mano con la alineación de las Escuelas Radiofónicas y los programas del Frente Nacional y la Guerra Fría. Apoyó la labor de los Cuerpos de Paz estadounidenses, sirvió de espacio para la formación de juntas de acción comunal, sirvió a la fallida reforma agraria de los presidentes Alberto y Carlos Lleras, mientras adelantaba agresivas campañas en contra del comunismo. Su desarrollo le trajo el apoyo del papa Juan XXIII y la Unesco, al tiempo que su modelo era imitado en otros países. En Colombia esto produjo un impresionante acervo de grabaciones, impresos, transmisores y edificios levantados en la mayoría de municipios colombianos, para alivio de un Estado con grandes dificultades al momento de atender las necesidades de alfabetización de la población campesina y responder a las exigencias de modernización del país y la contención de una violencia que destruyó y seguiría destruyendo la base social del campo.
Radio Vaticana. (1960). Mensaje del Papa Juan XXIII a Radio Sutatenza con motivo de la inauguración de su nuevo transmisor. Colombia, Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD008496-01
Últimas señales de un sueño
De acuerdo con la Biblioteca Luis Ángel Arango, en casi cuarenta años fueron educados cuatro millones de campesinos en los programas de ACPO, se capacitaron más de veinte mil líderes agrarios y se distribuyeron más de seis millones de cartillas en 955 municipios, como parte de los cuales 687 fueron sedes de más de cuatro mil cursos de extensión. Unas cifras respetables que, sin embargo, descendieron por los vaivenes de la política y la economía: el gobierno nacional redujo su financiación, mientras parte del movimiento campesino de los años sesenta y setenta empezó a desconfiar de los sesgos conservadores del padre Salcedo y de la programación de su emisora (Camilo Torres fue uno de los más duros críticos desde la propia Iglesia). Cuenta el historiador José Eduardo Rueda Enciso que, al irse el dinero del Estado, la ACPO viró hacia un modelo de negocio que pretendió competir con la radio comercial, misión para la cual Salcedo no estaba preparado.
En 1989 se liquidó ACPO, Caracol Radio compró sus equipos e instalaciones y mudó su cadena básica a la frecuencia 810 AM, en la que Radio Sutatenza operaba en Bogotá. La última transmisión de este sistema radial se dio en 1994, el mismo año de la muerte del padre Salcedo. Hoy nos queda, eso sí, una de las fonotecas más importantes del país, la cual atesora la Biblioteca Luis Ángel Arango y es uno de los tres archivos colombianos que hacen parte del programa Memoria del Mundo de la Unesco.
Pardo Tovar, Andrés. (adaptación), Castillo Franco, Ricardo (dirección). (ca. 1950). Radioteatro Manuela, de Eugenio Díaz. Colombia, Acción Cultural Popular. Archivo Señal Memoria, AD031956
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Autor: Felipe Arias Escobar