La situación ambiental capitalina ha llevado a generar estudios sobre el tema en los que han intervenido biólogos y estudiosos de las ciencias ambientales, quienes han advertido de los riesgos que enfrenta una ciudad donde ocho millones de personas viven y donde cada vez más, las exigencias de un mundo globalizado terminan por desajustar el ecosistema.
Particularmente, Bogotá tiene focos detectados de altos niveles de ruido (Zona Rosa, Zona Industrial, alrededores del aeropuerto y centro) donde las observaciones dictaminan así la necesidad de tomar medidas de prevención para evitar que el ruido termine siendo un factor de distorsión del sistema o de preservación de la especie. No en vano, las campañas que estimulan el uso de la bicicleta como medio de transporte o las que buscan disminuir el uso del automóvil, buscan aminorar una de las fuentes principales de contaminación ambiental y auditiva: el uso del carro.
No hay que entender a Bogotá como una gran masa urbana; al contrario tan solo el 30% de su espacio está habitado. Existen además sectores rurales en los que las especies nativas aún luchar por sobrevivir, pero que están en peligro debido a la acción mano humana. Tras el ruido, tenemos una serie de factores de distorsión y de rompimiento del equilibrio que terminan por reflejar también condiciones naturales que afectan el ambiente.
Teniendo así el 24 de abril del 2013, como día de concientización de la prevención del ruido, entrevistamos a la bióloga especialista en sostenibilidad y temas ambientales, Paola Godoy. Paola es una de las invitadas a la jornada que la Universidad San Buenaventura ha previsto para este día y es quien nos detalla en si, cómo el ruido en Bogotá es uno de los asuntos de impacto ambiental que no tiene que ver únicamente con emisiones de sonido; también tiene que ver con hábitos y conductas humanas que también afectan el ambiente.
Entrevista a Paola Godoy