Ese objeto, que pudo servir de base para un florero, ha servido de base también para la construcción de nuestra memoria sobre los hechos de la Independencia… Quizá nuestra memoria se valga tan sólo de ese objeto para contar lo que pudo haber pasado el 20 de julio.
A partir del florero hemos creado anécdotas y hemos acomodado a nuestro antojo lo sucedido el 20 de julio. Hoy el florero sigue siendo un misterio. Sin embargo gracias a él los colombianos coincidimos en una parte de la extensa historia de la Independencia.
Florero de Llorente
Doscientos años después, un grupo de expertos en patrimonio trabaja en su restauración. Esta restauración no sólo consiste en recuperar la forma del objeto sino en reconstruir algo de la historia que lo rodeó.
Restaurar significa, redescubrir un objeto, pero también su historia. Posiblemente poco a poco logremos saber un poco más de los hechos del 20 de julio. Pero más allá, lo que se busca es conservar aquel icono que a pesar de las múltiples versiones, logra ponernos de acuerdo en algo: para disparar la rebelión había que buscar “un florero de Llorente”.
Base del florero de Llorente. Imagen, Casa museo 20 de julio. Bogotá.
