Por: Luisa Mancera
En 1879, en el Teatro Real de Copenhague, Dinamarca se estrenó la obra “Casa de Muñecas” del dramaturgo y poeta Henrik Ibsen. Este drama, considerado texto canónico del teatro moderno, en su momento causó controversia en el viejo mundo, pues planteó la necesidad de reconsiderar el lugar de la mujer en la sociedad al cuestionar las ideas tradicionales de la familia y el matrimonio.
La historia trata sobre Nora, quien es el perfecto ejemplo del ideal del “Ángel del Hogar”: es una mujer encantadora y dedicada por completo a su familia, que pasa tiempo con sus hijos, mantiene el hogar con pulcritud y entretiene a su esposo, quien, a su vez, cumple todos sus caprichos. Sin embargo, un ex empleado de su marido amenaza con revelar un secreto que podría destruir a toda su familia; esta situación hace que Nora advierta que su vida no es perfecta:
“Sólo estaba alegre, y eso es todo. Eras muy bueno conmigo… Pero nuestro hogar no ha sido más que un cuarto de juegos. He sido una muñeca grande en esta casa, como fui una muñeca pequeña en casa de papá. Y a su vez, los niños han sido mis muñecos. Me divertía que jugaran conmigo, y a ellos les divertía verme jugar con ellos. Esto es lo que ha sido nuestro matrimonio, Torvaldo. “
Nora afirma que debe partir, pues tiene un deber consigo misma, necesita educarse y pensar por su cuenta. Así, a pesar de las súplicas de Torvaldo, la protagonista aclara que para quedarse tendría que producirse el mayor de los milagros: todo tendría que cambiar. En la última escena Nora sale del cuarto y sólo se escucha un portazo… El esposo exclama “¡El mayor de los milagros!” Ibsen deja la historia inconclusa, y con esto genera más preguntas que respuestas: no queda claro si Nora se queda o se va, y con esto el autor permite que el público decida el final.
Esta historia se transmitió el 18 de Diciembre de 1955 por la Radiodifusora Nacional de Colombia, con la dirección y adaptación de Julio Echeverry Saavedra, y la participación de Lucila Alba como Nora y Abel Sierra Izquierdo como Torvaldo Helmer. La obra se transmite en un momento clave en la lucha de los derechos de la mujer en el país. En la década de 1950, y tras mucho debate, la mujer finalmente accedió a la vida política: la Asamblea Nacional Constituyente en 1954 otorgó a la mujer el derecho a elegir y ser elegida; Josefina Valencia de Hubach, además de ser miembro de la Asamblea y gobernadora del Cauca, ese mismo año fue designada como la primera mujer a cargo de un ministerio en Colombia.
A pesar de los avances legislativos sobre la mujer, el Estado y la Iglesia seguían unidos en la Colombia de mitad del Siglo XX, por lo cual el divorcio tanto civil como religioso se estableció por completo hasta 1992. Así, el drama de Ibsen (escrito a finales de 1800) habla de algo inaudito en la sociedad colombiana del momento: pone en duda la vocación natural de la mujer como madre y esposa, planteando la posibilidad de la mujer independiente que no necesita del hombre. La voz de Torvaldo es la voz de la sociedad que recrimina el traicionar los “deberes más sagrados” y que se pregunta por el qué dirán; a su vez, la respuesta de Nora es clara, contundente y coyuntural:
“Creo que ante todo soy un ser humano, igual que tú… o al menos, debo intentar serlo. Sé que la mayoría de los hombres te darán la razón, y que eso es lo que está escrito en los libros. Pero ahora no puedo conformarme con lo que dicen los hombres y con lo que está en los libros. Tengo que pensar por mi cuenta y tratar de comprender todo.”
Dramaturgo y poeta Henrik Ibsen
Autor: Gustav Borgen / Norsk Folkemuseum
Fecha de producción del artículo: 28 de marzo del 2015