Los personajes de la historia se están cortejando por la web y el teléfono y tienen conversaciones cargadas de erotismo. Este coqueteo es el preámbulo de inminentes encuentros ardientes por la misma red o en persona, pero el agua, en forma de torrenciales aguaceros que obligan a cerrar aeropuertos y carreteras, y de inquietantes imágenes que, sin causa aparente, atormentan a una de los protagonistas, amenaza con malograr las expectativas.
Los enamorados están separados por kilómetros de tierra firme o de mar. Tuvieron la buena o la mala suerte de conocerse en Bogotá en un seminario de radioteatro. Quedaron flechados e iniciados en el conocimiento del otro y en la curiosidad de lo que les podría pasar si volvieran a verse. Ana vive en Madrid, España, y Arturo, el hombre que ha empezado a moverle el piso, vive en Bogotá, Colombia. Ana lo cita en su habitación, Arturo se conecta a la hora acordada, todo va bien y, de pronto, un raro ensueño turba y saca a Ana de situación. De ese encuentro, a Arturo le queda el sonido de cierre de las llamadas por skype. María Helena vive en Buenaventura, Colombia, y Miguel, en Buenos Aires, Argentina. Supieron tarde que se gustaban, es decir, lo admitieron tarde, porque, mientras estuvieron juntos en el seminario, era evidente que se atraían. Nada qué hacer. El seminario había terminado y cada uno había viajado a su ciudad. Pero, resueltos como están a no quedarse sin probar lo que, por timidez y torpeza, dejaron pasar de largo cuando estuvo al alcance de sus manos, acuerdan verse y compensarse por el tiempo perdido. El clima se lo impide. En medio mundo, comienza a llover. Los aguaceros, exacerbados por el cambio climático, aguan sus intenciones, pero también los vuelven un poco locos. No renuncian a viajar pare verse, pero solo viajan adonde el invierno se lo permite. Las lluvias y los ensueños de agua de Ana no serán un obstáculo insalvable, aunque Mará Helena, Miguel Arturo y Ana tendrán que oponerle perseverancia para que sus fantasías sobre lo que podría llegar a pasar no se queden en puras fantasías y sus amores no mueran justo cuando están comenzando.
De acuerdo con el espíritu de la obra, algunos de los castings y ensayos de este radioteatro se hicieron por teléfono y skype, aunque también se hicieron muchos en persona, en los estudios de RTVC. Las interpretaciones de María Helena y Miguel fueron grabadas en Buenaventura y Buenos Aires, respectivamente. Los paisajes sonoros de ambas ciudades, así como los de Madrid, España, Lima, Perú, y Xalapa, México, fueron grabados en cada una de estas ciudades y llegaron a Bogotá por la web, en donde los estaban esperando los sonidos grabados en humedales, calles, senderos lluviosos y restaurantes de Bogotá. El tema musical de la escena que tiene lugar en el consultorio de Victoria, una adivina que intentará descifrar el origen de los ensueños acuáticos de Ana, fue compuesto por el músico peruano Daniel F, cuyo nombre de pila es Daniel Valdivia Fernández, e interpretado por el grupo colombiano Apalau http://www.apalau.com/
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