¿Cómo divorciar, por ejemplo, la voz pausada y elegante de un Carlos Melo Salazar de los vallenatos y sones caribeños, igualmente refinados, que presenta? ¿O la cadencia de un Orlando Patiño, o un William Vinasco de sendos programas de “Una hora con la Sonora Matancera, ‘el decano de los conjuntos cubanos’”? ...¿O a Gabriel Muñoz López de los boleros y temas colombianos que le han hecho célebre toda una vida; o el tono docto y sentido de Jairo Castro o Rubén Rafa al discutir varias versiones de un tango; o a “La vieja, buena música” de la voz de Francisco José Restrepo, que nos hacía viajar justamente hacia el pasado, gracias al sonido y la poesía del scratch?
Desde siempre, nuestra radio ha sido pródiga en voces que son músicas: la de Alfonso Lizarazo en Radio 15, que le dio despegue a la “Nueva Ola”; la de Jaime Ortiz Alvear y su “Salsa con estilo” (“el único show que no tiene cover”) en Caracol y luego en la W; la de Manolo Bellón y sus “Surcos del pop” todo a lo largo y lo ancho de Caracol estéreo. Voces, algunas de ellas, que han trashumado de emisora en emisora, o sonado simultáneamente en varias estaciones, y que por lo mismo son portadoras de un sello personal y un género: Hernando Salcedo Silva o Juan Carlos Valencia con el Jazz, Ilse de Greiff, Bernardo Hoyos o Cecilia Fonseca de Ibañez en Clásica; Juan Carlos Garay o Carlos Heredia también con Clásica y Músicas del Mundo.
Incluso hay voces que por “feas” son tanto más atractivas, pues en cambio comunican una enorme convicción. Tal vez no haya una mejor muestra de ello que la voz de Libardo González Escobar (1929 - ¿?), “El ciego de oro”, con sus programas “Recordando el ayer”, “Argentina canta” y “Cantar campesino”. La suya fue toda una vida consagrada a la música y la radio, primero en Emisora Mariana, luego en Sutatenza, en la Cadena Súper y Nuevo Continente. Cada sesión suya era una exposición erudita sobre la “música vieja”, proveniente de su descomunal fonoteca. Pero asimismo, toda su vida se atrevió a hacer algo insólito: suponer que la llamada “música clásica” también podía ser tema de la radio “popular” y, más aún, que podía llegar a ser del “gusto popular”, por lo que en sus programas aprovechaba para hacer sonar una pieza de Vivaldi o de Mozart. Una ceguera sabia y valiente, la suya. Con una voz para toda la música.
Manolo Bellón habla de su pasión.