Sus dramas musicales, pensados como “obras de arte totales”, buscaban no sólo conciliar todas las artes en una experiencia trascendental y mística para los espectadores y oyentes, sino por ese camino revivificar el poder del mito; algo que supieron aprovechar muy bien los regímenes totalitarios del siglo XX. Pero asimismo, la iconografía y las tramas wagnerianas, con sus alusiones a la mitología medieval nórdica, sus gigantes, espadas mágicas y magos perversos, y su énfasis en la lucha eterna entre los lados oscuros y luminosos de la existencia, hallaron un desarrollo natural en la que hoy en día es el más wagneriano de los géneros musicales: el Heavy Metal. No en vano esta y muchas otras carátulas relativas a la obra de este apabullante compositor juegan con esa ambigüedad.
