Ficha Técnica
Es 31 de diciembre. Las calles se visten de fiesta para despedir el año cursado y dar la bienvenida al nuevo. Se comparte con familia y amigos en torno a la comida y al ritmo de la música. Suena Faltan cinco pa’ las doce en la voz de Néstor Zavarce. Se acaba la canción con la llegada del Año Nuevo y empiezan los abrazos llenos de emociones frente a lo vivido y a la expectativa de lo que vendrá.
Luego comienzan los agüeros, los rituales, mientras se usa ropa interior amarilla para la prosperidad. Se ve a algunos corriendo con sus maletas con el deseo de atraer la posibilidad de viajar. Otros comen uvas para la buena suerte, una por cada mes del año. Además, se queman los muñecos de Año Viejo, vestidos con ropa común y rellenos de aserrín, papel y cartón.
El aspecto del matacho puede ser genérico, pero también se asemeja a figuras de la opinión pública, en especial a los políticos, porque las personas les atribuyen las “desgracias” del año cursado. Sean presidentes o imágenes del común, los años viejos representan lo vivido y lo que se quiere dejar atrás. Por eso, su quema es, a la vez, la despedida y la esperanza de una época venidera que será mejor.
No solo en las calles de Colombia se ve a los muñecos encendidos en fuego por la pólvora que contienen, sino en las de otras partes de América Latina. Encarnan una tradición que estuvo presente en otros carnavales europeos, pero que se siente más viva en lo que alguna vez decidieron llamar Nuevo Mundo. El magacín Culturama presentó un contenido sobre el año viejo que conservamos en el Archivo Señal Memoria.
Aunque la quema de muñecos de Año Viejo es una tradición en el país, el uso de pólvora ha ocasionado tragedias. En las fiestas del año pasado e inicios de este, 1.174 personas resultaron lesionadas, de las cuales 364 eran menores de edad, de acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social. Por eso, han surgido iniciativas gracias a las cuales los muñecos se confeccionan en versión pequeña y sin pólvora para mantener vivo el ritual sin poner en riesgo la salud. ¡Por unas fiestas sin heridos, pero llenas de tradición!
Autora: Laura Lucia González