Ficha Técnica
En 1971 Fidel Castro visitaba Chile para conocer de cerca el proceso político en gestación, tuvo lugar un histórico diálogo con Allende, que puso en interacción dos formas de llegar al socialismo. Además, fue escoltado por el entonces jefe de la guarnición de Santiago, Augusto Pinochet, líder del posterior gobierno fascista de mercado, como lo llamó el historiador Mario Amorós.
En Señal Memoria se conserva un documento sonoro de El diálogo de América (1972), documental extraviado que luego de cuatro décadas fue emitido por la televisión argentina. Hoy, con motivo de los seis años del fallecimiento del líder de la Revolución cubana y los cincuenta del golpe de estado en Chile, se retoman algunos elementos de lo que sucedió aquel mes de noviembre.
Un miércoles, 10 de noviembre de 1971, Castro iniciaba una visita oficial al país, fue recibido con ovación, pues entonces la revolución de Cuba era un símbolo de esperanza y posibilidades de transformación para la clase obrera latinoamericana. Aún con ello, la oligarquía chilena, como Allende la llamaba, seguía ejerciendo un amplio poder, los cuestionamientos en medios de comunicación a la presencia del mandatario cubano se hicieron cada vez más manifiestos a medida que la visita se extendió.
En ese momento había dos asuntos centrales que le daban al encuentro de estos dos personajes un carácter especial:
Por un lado, “la vía chilena” aparecía como una alternativa pacífica y real para conseguir la revolución socialista, en ese momento el saboteo al gobierno de Allende que derivó en crisis no se había instalado. Ante las sospechas de que este camino fuera realmente revolucionario (no reformista) se esperaba saber la opinión de Castro, a lo que respondió: “¡Sí! Pero cuando se inicia un proceso revolucionario, o cuando llega el momento en un país en que se produce lo que podemos llamar una crisis revolucionaria, entonces las luchas y las pugnas se agudizan tremendamente”.
Por otro lado, surgieron las preguntas de cuáles eran los principales obstáculos a enfrentar y cuáles los riesgos de un ataque al gobierno, ante lo que ambos políticos respondieron con un vaticinio que tendría trágica validez dos años después: