El arma de Chéjov | Señal Memoria

Chéjov

Ficha Técnica

Fecha de producción
Autor
Mora, Rodrigo
Tipo de pieza
Video
Soporte
BTCX
Año de producción
2006
Duración
00 : 04 : 40
Publicado el Sáb, 29/01/2022 - 15:26 CULTURA Y SOCIEDAD
El arma de Chéjov

“Yo necesito vivir mal pa’ escribir bien / Y necesito escribir bien pa’ pagar el alquiler”, rimó cierto español hace unos años, y no fue el primero en proponer esta idea. La historia está llena de ejemplos así, de talento puro e ideas urgentes que germinan en los campos más áridos. No es la única manera de hacer arte, ni mucho menos. Pero sí fue la que le tocó a Antón Chéjov, el escritor y dramaturgo ruso que nació un día como hoy. 

Taganrog, ciudad portuaria del sur de Rusia, fue el lugar donde Chéjov llegó al mundo, el 29 de enero de 1860. Vivió una infancia sufrida: su padre abusaba de su madre, no había mucho para comer. Su padre pasaría a ser una figura de hipocresía y maldad que lo inspiró en la creación de futuros personajes. Su madre, al menos, lo introdujo en la literatura, pues era una gran contadora de historias. En el colegio tampoco le iba bien, pero allí conoció el teatro y empezó a sentir entusiasmo por algo, quizás por primera vez. 

Y de ese contexto tan complicado surgió un escritor brillante, una leyenda de las letras, del teatro y de los cuentos. Podría decirse que fue uno de los padres del teatro moderno, e igualmente que aportó a impulsar la literatura rusa hacia el siglo XX. Las temáticas eran sencillas, el día a día, los pensamientos que surgen por obra y gracia de la simple existencia, cómo encontrar un rumbo propio entre tantas determinaciones externas: en suma, la vida. Lo interesante fue cómo abordó estos temas, en un estilo en el que las personas dicen unas cosas y piensan otras, personajes complejos, como la lectura de su obra. 

Todo esto sucedió luego de sus estudios de Medicina y de haber empezado a escribir historias cómicas, como una manera de ganar un dinero extra, cuando aún Chéjov no tenía la intención de hacer una carrera literaria como la que vendría luego. De cierta forma, siempre luchó por sobrevivir. Murió de tuberculosis a los 44 años, demasiado joven, y aún así alcanzó a dejar una obra imprescindible en la literatura y el arte universal. La proverbial arma de Chéjov fue uno de sus grandes aportes: los pequeños detalles de una historia no pueden estar allí de manera gratuita, pues si un arma aparece en el borde de un acto, debe ser disparada en algún momento. Aunque, cabe decirlo, quizás su mejor arma consistió en escribir sobre lo que está bajo la superficie, los secretos e intrigas de sus personajes. 

Chéjov no pensó que fueran a leerlo siete años después de su muerte. Y sin embargo, acá estamos. La gaviota (1896), Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904), son algunas de sus principales obras de teatro, que han sido estudiadas y adaptadas infinidad de veces. Hace unos años, el dramaturgo caleño Alejandro González presentó en el Festival Internacional de Teatro, Tío Ivam, basada en Tío Vania. El programa Señales de Arte registró algunas reflexiones de los involucrados en la obra, quienes hablaron de Chéjov y también de la manera en la que adaptaron su literatura a un nuevo contexto, cuyos conceptos y formas se mantienen vigentes.

 


Autor: Santiago Cembrano

 

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Fecha de publicación original Sáb, 29/01/2022 - 15:26