Ficha Técnica
Una de las costumbres más arraigadas de la época de Navidad es la proliferación e incremento de las luces en sus diferentes manifestaciones. Basta recordar cómo la tradición cristiana ha fundamentado su referente de salvación en Jesucristo como “luz del mundo” y su nacimiento anunciado por una particular luz celeste: la estrella de Belén. Estas motivaciones, acompañadas de otras como las comerciales, han hecho del tiempo navideño un espacio privilegiado para la luz.
Y precisamente la luz es uno de los atractivos de la pirotecnia y la pólvora. Aquel antiguo invento de origen chino se convertía ahora en uno de los juegos preferidos de los niños, sobre todo durante las celebraciones navideñas. Una pequeña barra de pólvora mezclada con carbón vegetal sobre un alambre que permite su manipulación fue el producto estrella de una centenaria empresa santandereana llamada Mariposa.
Leopoldo Nuñez Ortíz, fundador de la fábrica en Charalá en 1899, consiguió sostener una iniciativa que casi un siglo después, instalada en Floridablanca y Bucaramanga, se ponía a la vanguardia de la industria polvorera del país. Las cajas de juegos pirotécnicos familiares y las famosas luces de bengala para niños “Chispitas Mariposa”, se convirtieron en productos de consumo casi obligatorio durante Navidad, tanto como las tradicionales natillas y buñuelos.
El comercial representa los mejores tiempos de la empresa. Las instalaciones de Bucaramanga se construyeron siguiendo los estándares de las industrias españolas y las ventas durante los años 90 iban en aumento. Sin embargo, el creciente número de personas quemadas con pólvora, especialmente niños, las campañas de prevención y manipulación de pólvora y finalmente la prohibición para el uso de esta desde alcaldías como la de Bogotá, durante la administración de Antanas Mockus, terminaron llevando a la empresa a la quiebra, la cual en la actualidad se dedica a espectáculos pirotécnicos para eventos particulares.
