Ficha Técnica
Recordar al maestro Édgar Negret es hablar de un creador de volúmenes majestuosos, de un referente de la escultura latinoamericana que lo cataloga como uno de los grandes de la plástica universal.
Negret, quien nació en Popayán un 11 de octubre de 1920 y murió el mismo día, en 2012, a la edad de 92 años; proviene de una familia de importantes artistas. Uno de sus tíos fue el constructor de la Catedral de Popayán, una de sus tías pintaba con gran destreza y su hermano Gerardo también se dedicó a la plástica por unos años. El gusto temprano del maestro por el dibujo y la literatura generó que no fuera un estudiante destacado en ciencias u otras materias y optara por hacer estudios de Bellas Artes en la ciudad de Cali.
El maestro afirmó en una entrevista que, durante sus años de estudio, cuando tocó el barro y se enfrentó al volumen, a las formas y a las sombras; supo que su mundo era el de la escultura. Por eso cuando retornó a su ciudad natal ocupó el antiguo convento franciscano para establecer ahí su taller. Fue entonces cuando conoció a Jorge Oteiza, afamado escultor vasco, quien se convirtió en su mentor y le presentó la obra de afamados escultores europeos como Moore, Brancusi, Rodin, entre otros. Su curiosidad por los grandes maestros lo llevó a trasladarse por quince años a New York, donde conoció el aluminio y desde ahí su obra cobró un impulso y una identidad única que ha permitido que su arte sea imperecedero.
A su regreso a Colombia, a inicios de la década del sesenta, la periodista Margarita Vidal lo visitó en su estudio de Popayán, donde el maestro, tímido y lejano a las cámaras, contó en Las crónicas de Margarita Vidal, cómo había descubierto doblar el aluminio, aspecto clave en su obra. Además, confesó algunos secretos de su trabajo, tales como la realización de bocetos en cartón para luego pasar al metal.
Por: Viviana Arce