Ficha Técnica
“Si también vamos a ponerle límites a nuestro espíritu, ¿a dónde vamos a parar?”, preguntaba en 1995 en una rueda de prensa en Cartagena, ante los micrófonos del Noticiero de las siete N7, Silvio Rodríguez, quien nació el 29 de noviembre de1946. Buena parte de su vida la ha transcurrido con la guitarra como compañera inseparable. Han sido tres cuartos de siglo cantando y compartiendo unas letras que han procurado “tratar siempre de estar cerca de la poesía”. Así lo expresó –en palabras e imágenes que se conservan en Archivo Señal Memoria– en aquella ocasión en La Heroica, al momento de explicar el aporte de la Nueva Trova cubana.
El espíritu de libertad del cantautor, el vuelo lírico de sus composiciones y las resonancias políticas de las mismas, son apenas tres de los ingredientes de una obra que le ha dado la vuelta al mundo y que, aún hoy, sigue encendiendo la imaginación y el corazón de jóvenes que recién la descubren y de viejos que la escuchan desde hace décadas.
Silvio (así, a secas, como lo llaman sus seguidores en todas partes), nació en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1946, fruto de la unión de un padre campesino y una madre peluquera. Cuando el hijo tenía cinco años la familia decidió trasladarse a La Habana, donde aparte del descubrimiento del piano Silvio presenció el triunfo de la Revolución, en enero de 1959.
Allí está la raíz del compromiso social de su música, la cual se ha desarrollado en la corriente de la Nueva Trova cubana, a la que también pertenece una figura como Pablo Milanés y en la que convergen el son, el bolero, la balada, el rock, la bossa nova y el jazz, entre otras influencias. También se ha visto enriquecida “quizás en la manera de utilizar las nuevas tecnologías, las nuevas sonoridades (…), los sintetizadores, los instrumentos eléctricos”, decía Silvio Rodríguez en aquella rueda de prensa de 1995, cuando hizo parte del jurado del Festival Internacional de Cine de Cartagena.
Por su parte, las letras de la Nueva Trova van de la protesta al surrealismo pasando, por supuesto, por la temática del amor, presente a lo largo de toda la producción de Silvio y tratada con ese cisco de poesía, esencial en sus búsquedas musicales y estéticas.
Trabajos como “Te doy una canción” (1975), “Al final de este viaje” (1978), “Unicornio” (1982) y “Causas y azares” (1986), son algunos de sus títulos más conocidos, piezas que están allí, a flor de piel, en millones de hombres y mujeres a lo largo y ancho del continente.
Silvio Rodríguez no deja de producir. En 2020, lanzó Para la espera, un álbum que recoge trece composiciones y dedicado a un puñado de amigos recientemente fallecidos, como el músico Luis Eduardo Aute. Fue su manera de romper un silencio de cinco años e iluminar con su voz la oscuridad de la pandemia. Un ejemplo de cómo un artista cruza los límites del espíritu, fiel a ese pensamiento suyo expresado en 1995 en Cartagena, un pensamiento cuyo instante hecho imagen y sonido se conserva intacto en el Archivo Señal Memoria. Feliz cumpleaños, Silvio.
Autor: Fernando Nieto