Ficha Técnica
El 30 de abril de 1984 Colombia se estremeció con el asesinato de su ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla. Sus continuas denuncias contra el narcotráfico y sus advertencias sobre cómo el dinero de la mafia permeaba todas las estructuras de la sociedad, fueron los motivos de su asesinato por parte de Pablo Escobar y al Cartel de Medellín.
Desde temprano, el entonces ministro de Justicia fue informado por parte de los altos mandos militares acerca de un plan para asesinarlo. Debía cambiar su rutina. Hasta ese momento, asesinar a un ministro en Colombia parecía inconcebible.
El asesinato
Los últimos minutos, luego de salir de su oficina a las 6:50 de la tarde, han sido desde entonces tema de controversia. Una versión nos dice que Lara Bonilla fue sorprendido por sus atacantes en mitad de una lectura al interior del Mercedes blanco que lo transportaba, en la calle 127 con la autopista al norte: no existía aún el puente que hoy se encuentra en este punto. Dos sicarios que se movilizaban en una moto se acercaron al vehículo por la derecha. El parrillero, Iván Darío Guisado, disparó su ametralladora, acertando siete de veintidós tiros.
Otra versión habla de un segundo tirador que se aproximó por el lado izquierdo del carro. Sin embargo, la controversia permanece tras casi cuarenta años. No hay una versión concluyente.
Antes del asesinato
Para el periodista Alberto Donadío, en su libro sobre este magnicidio, Lara Bonilla fue el primer gran enemigo de Pablo Escobar en ser asesinado. Había sido sometido a un proceso de desprestigio mediante montajes mediáticos y debates en el Congreso por el entonces representante a la Cámara, Pablo Escobar. Así mismo, fueron constantes las amenazas contra su vida y su familia, un modus operandi inédito en Colombia y que se aplicó desde ese entonces.
El sepelio
En los archivos de Señal Memoria conservamos documentos audiovisuales que dan cuenta de un suceso que enlutó al país y que se convirtió en un punto de no retorno en la lucha contra el narcotráfico. En estas imágenes se aprecia un fragmento del sepelio de Lara Bonilla, llevado a cabo en la Catedral Primada de Colombia con la asistencia de gran parte de la clase política de aquel entonces, incluido el presidente de la República Belisario Betancur.
Las consecuencias
Según el historiador Petrit Baquero en su ABC de la mafia, “...se ha dicho siempre que el hecho que dio pie a la guerra abierta entre el Cartel de Medellín y el Estado colombiano fue el asesinato, el 30 de abril de 1984 (...) del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, lo cual nadie creía que fuera a llevarse a cabo, pues en Colombia era casi impensable que alguien decidiera atentar contra un ministro en ejercicio”.
Y continúa: “Con este asesinato se manifestaron unas expresiones violentas que pocas veces se habían visto en el país, como fue el empleo de adolecentes que cometían sus crimenes en motocicletas, lo que llevó a la popularización de la palabra ´sicario´. En dicha operación, uno de los asesinos, Iván Darío Guizado, terminó muerto, y el otro, John Byron de Jesús Velásquez, un adolecente de 17 años, fue arrestado”
Autor: Javier Hernández