Ficha Técnica
Hace 75 años, al atardecer el 30 de enero de 1948, Gandhi fue asesinado en la ciudad de Delhi. Tal fue el precio que pagaba el artífice de la no violencia, cuando los extremistas musulmanes e hindúes, una vez la India rompió sus lazos con la Corona británica, vieron que no podían vivir en un mismo país y los primeros decidieron dejarlo todo, dar la espalda y marcharse al recién creado Pakistán. En esa atmósfera de odio entre hermanos que profesaban religiones distintas, sonaron los disparos que acabaron con la vida del Mahatma.
Gandhi se quejaba del título de Mahatma (gran alma) que le había dado contra su voluntad el poeta Rabindranath Tagore. Tal es uno de los varios datos curiosos de su vida, la cual empezó en 1869 en la ciudad costera de Porbandar, situada en el extremo noroeste de la India, donde su familia adoraba a la diosa Visnú. El credo hindú y el musulmán también hicieron parte de su formación más temprana, así como el jain, el cual profesa la no violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino también con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.
Mahatma Gandhi fue un mal estudiante que a los 13 años se casó con una niña de su edad, de la cual terminó enamorándose apasionadamente. Más tarde se declaró en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual. A los 19 años y cuando acababa de convertirse en padre por primera vez, viajó a Londres a estudiar Derecho. He aquí otro dato curioso: antes de partir prometió a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, pues el visnuismo lo prohibía, norma que había transgredido varias veces aconsejado por un amigo que le dijo que si comía carne tendría la fortaleza de los ingleses. En Londres, donde vivió tres años, Gandhi no solo descubrió Oriente, sino que también llegó a sentirse atraído por la ética cristiana, dudando entre esta y el hinduismo.
De nuevo en India, su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Por eso buscó nuevos horizontes que encontró en Sudáfrica, país que le reportaría una experiencia decisiva en su formación política y en el aprendizaje de las armas para la lucha independentista de la India, pues allí, en Sudáfrica, se entregó a la causa por los derechos de la comunidad hindú. Sus simpatías anglófilas –otra curiosidad en su trayectoria– lo llevaron durante la guerra contra los bóers (1899-1902) a organizar el Cuerpo Indio de Ambulancias, acción que mereció duras críticas por parte de los nacionalistas indios.
Algo parecido al papel que desempeñó durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando dejó a un lado el activismo político para apoyar a Gran Bretaña, a tal punto de participar en el reclutamiento de soldados para el ejército inglés. Fue después de la Gran Guerra que Gandhi entró de lleno en la vida pública: presidente del Congreso Nacional Indio; artífice de las campañas de desobediencia civil; preso político; líder religioso de fama internacional; autor de la autobiografía Historia de mis experimentos con la verdad.
El momento culmen tuvo lugar en 1930, cuando el Congreso Nacional Indio declaró la independencia y encargó a Gandhi la dirección de la campaña de no violencia. El desenlace de aquella batalla sucedió en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando Gandhi se opuso al conflicto bélico, sin aceptar la posición de otros copartidarios que querían apoyar la lucha contra el fascismo. Así las cosas, tras la toma de Rangún por los japoneses, Gandhi exigió la completa independencia de la India. Era el comienzo del fin, pues una vez concluida la guerra vino la negociación con una Inglaterra agotada por el conflicto, lo que condujo a la tan anhelada independencia.
El siguiente fragmento de Programas de ayer de la HJCK, emitido en enero de 1998 con ocasión del medio siglo de la muerte de Gandhi, se ofrece un vistazo a los últimos años de Mahatma, cuya muerte constituye uno de los grandes magnicidios del siglo XX.
Autor: Fernando Nieto
